La Alemania de Hitler XII
XII La Hacienda Pública
Ni la política interior ni exterior a larga vista son posibles en un Estado cuya situación financiera no es sana o cuyo gobierno no dispone de los medios necesarios para atender sus obligaciones. El equilibrio en el presupuesto general, es una de las primeras condiciones para el gobierno seguro y estable de un Estado. De aquí se deduce la necesidad imperiosa de establecer una política financiera, aduanera y contributiva que, sin causar grandes dificultades a la importación y sin gravar demasiado al contribuyente, asegure una relación normal entre los ingresos y los gastos del Estado.
La Política Financiera Precedente
Bajo la república de Weimar, el gobierno trató de mejorar la situación del presupuesto por medio de nuevos impuestos, encontrándose bajo la presión de los enormes gastos para el auxilio de los obreros sin trabajo, que importaban al año más de 3.000 millones de marcos; en cambio, los ingresos anuales descendieron de 9.000 millones de marcos en el período 1928/31, a 7.800 millones de marcos en el de 1931/32 y a 6.650 millones en el de 1932/33. Bajo el gobierno Brüning en el período 1931/32, se dictaron más de 23 decretos de emergencia por los cuales se aumentaron los impuestos ya existentes y se establecieron otros nuevos, a pesar de que ya en 1931 existía un recargo del 45% en relación con los impuestos del año de 1925. La memoria ya citada de la Comisión especial asesora del Banco Internacional de Pagos de Basilea, de fecha 23 de Diciembre de 1931, no deja lugar a dudas sobre este punto. “Las cargas tributarias en Alemania son tan enormes que no es posible aumentarlas más”.
Para no gravar más el presupuesto del Estado fue necesario que el Reich cediera cada vez más funciones a los municipios y manocomunidades municipales, que a su vez encontraban nuevas dificultades por el creciente número de obreros parados. Muchos municipios tuvieron que declararse en quiebra y otros se vieron obligados a negociar todos los meses con sus bancos acreedores para obtener una prórroga de sus deudas a corto plazo, gravadas con intereses crecidos, ya que era imposible obtener créditos a largo plazo a un tipo de interés más módico. La deuda total de los municipios y mancomunidades municipales alemanas pasó de 6.542 millones de marcos en 1928 (de los cuales 2.570 millones de marcos a largo plazo, 551 millones a un plazo medio y 974 millones a corto plazo) a 11.295 millones en 1932 (de los cuales 5.326 millones de marcos a largo plazo, 1.121 millones a un plazo medio y 1.668 millones a corto plazo). El período de la coyuntura ficticia de 1927 a 1929, durante el cual Alemania recibió un gran número de préstamos extranjeros, resultó, en efecto, una coyuntura positiva para los ingresos del Estado; pero faltó sin embargo la perspicacia para darse cuenta de que en esto sólo se trataba de una situación engañosa y pasajera. Esta perspicacia no sólo faltó por parte del estado sino que toda la vida pública y privada del país vivió engañada durante este tiempo, viviendo por encima de sus posibilidades efectivas. Los elevados ingresos de este período se emplearon en continuos gastos sin acumular reservas para los años futuros; después, desprovistos de éstas y con un nivel de gastos muy elevado, quedaron indefensos ante la crisis mundial. Los informes del ex agente general de Reparaciones de Guerra, en Berlín, Parker Gilbert, son muy convincentes sobre este particular. Al retirarse los créditos en el año de 1930, se suprimía la base de esta ilusoria situación y al derrumbarse la economía, la hacienda pública tuvo que sufrir necesariamente un espantoso hundimiento sin evitar de sufrir la falta de ingresos por un lado y por otro el aumento de las cargas destinadas al auxilio a los obreros parados.
Este ruinoso estado de cosas tuvo como consecuencia la necesidad de reducir los gastos por doquier, o sea de establecer la deflación para no hacer caer al Estado en el caos de una bancarrota o en el de una nueva inflación. La deflación produjo una nueva agravación de la crisis, debido a que aceleró la reducción de los ingresos y la elevación del paro forzoso con todas las consecuencias que ello llevara consigo.
Esta política de deflación tenía que acabar por producir una fuerte conmoción financiera, aquella que caracterizó a los años de 1932/33 y que obligó a la adopción de una política diferente.
La Nueva Política Financiera
Como dijo el ministro de Hacienda del Reich, conde Schwerin von Krosigk, en una conferencia pronunciada en el Club Industrial de Düsseldorf, en aquel tiempo no se podía esperar un surgimiento de la economía mundial, ya que tanto las tendencias económicas como las políticas no permitían vislumbrar la posibilidad de que se suprimieran en poco tiempo las trabas existentes. Tampoco se podía esperar que en la economía alemana se despertaran las energías de regeneración propia, o sea lo que se llama automatismo, y pasara del estado de anquilosis al de una nueva vida. Esto era imposible en la práctica porque la crisis había ya corroído muy profundamente el sistema económico nacional y además porque bajo las condiciones específicas de Alemania faltaban en absoluto las fuerzas de saneamiento propio en forma de créditos o capital, de los que disponían otros países.
No quedaba en consecuencia más remedio que la intervención activa del Estado, ni más camino que el de hacer que el Estado pusiera en la brecha lo único que le restaba: su crédito.
Ya en la primavera de 1933 existían las condiciones previas indispensables para la realización de esta política de crédito: la económica, porque el obstáculo de toda posible reacción económica, es decir, las reparaciones, prácticamente había quedado eliminado desde el verano de 1932 y, además, porque la crisis había llegado a su nivel más bajo y parecía detenerse en él; la política, porque, con la toma del poder por Adolf Hitler, surgió la confianza en un gobierno central, fuerte, autoritario y con miras de larga trascendencia. Así, a partir de la primavera de 1933, se inició el ataque concéntrico contra el paro forzoso, por medio de un plan uniforme.
Las medidas inmediatas más importantes fueron las siguientes:
1º Recargo anticipado del presupuesto del Estado por la emisión de bonos para el trabajo; concesión de créditos en efectivo, cupones de bonificación de intereses, préstamos y concesiones especiales de rebaja de impuestos;
2º Exenciones generales de impuestos, reducción y facilidades para el pago de los mismos;
3º Conversión de las deudas municipales, reducción de intereses y ordenación de la economía crediticia;
4º Concesión de préstamos prematrimoniales y subsidios infantiles.
Los Programas Reinhardt
En el capítulo sobre la política social (véase “Lucha del Trabajo”) he tenido ocasión de hablar sobre las grandes leyes, del 1 de Junio y del 21 de Septiembre de 1933, referentes a la disminución del paro forzoso, que se conocen con el nombre de programas Reinhardt. Me limitaré sólo a recordar que pro los primeros párrafos de ambas leyes se dispone, para el fomento de trabajos públicos y privados, de unos 2.000 millones de marcos, en forma de préstamos, subvenciones y cupones de bonificación de intereses. La procuración de esos fondos se logró, en parte, mediante los donativos voluntarios para el fomento del trabajo nacional, pero sobre todo por medio del recargo anticipado del presupuesto nacional a plazo corto y a medio plazo.
A estos 2.000 millones hay que añadir los 900 que ya habían sido autorizados anteriormente por el programa Papen y el de ejecución inmediata. Otros 1.400 millones de marcos han afluido a la economía en los años de 1934/37, de modo que, en estos cuatro años, el Reich ha recibido como pago, en lugar de metálico, bonos sobre impuestos por un importe equivalente al total de la suma citada.
Si a esto añadimos los gastos adicionales, resulta un recargo anticipado del presupuesto de unos 4.500 millones de marcos que se ha evidenciado como absolutamente tolerable. Esta cantidad ha sido y será compensada mediante la correspondiente disminución en la partida del auxilio a los parados y en el aumento por el concepto de impuestos. (A esta enorme suma hay que añadir todavía unos 900 millones de marcos que la Oficina nacional del seguro contra el paro forzoso ha puesto a disposición para la adquisición de tierras, etc., desde el año de 1933, y otros 1.500 millones de marcos para los gastos desembolsados hasta entonces en la construcción de las autopistas y en los programas suplementarios de procuración de trabajo de los ferrocarriles y de los servicios de correos.)
El capítulo II de la ley para la disminución del paro forzoso de fecha 1 de Junio de 1933 trataba de la exención de impuestos para la compra de material de repuesto. Esta ley estimulaba a los empresarios a renovar el material industrial o agrícola hasta fines de 1934. En la declaración de ingresos, y con el fin de comparar los correspondientes impuestos a las utilidades corporativas e industriales, se autorizó a deducir los gastos originados por la compra o fabricación del material destinado a la renovación. El Reich podía arriesgarse sin ningún peligro al empleo de esta política contributiva aunque el aumento en las deducciones, que ocasionara la compra o fabricación, faltaría en los años siguientes. Se trata de una especie de préstamo contributivo que el Reich concedía a los contribuyentes en el ejercicio de los años de 1934 y 1935 como derecho a una mayor cuota de amortización y que el Estado recupera hoy por la inexistencia de aquella.
Esta medida, que ya de antemano tenía señalado un plazo, ha sido completada por la nueva ley sobre el impuesto sobre las rentas del 16 de Octubre de 1934. El suplemento determina que los desembolsos en las instalaciones industriales que tengan por objeto la inversión de capital y cuya duración normal de uso no pase de cinco años pueden ser deducidas totalmente de las ganancias en el año de su adquisición.
La concesión de estos préstamos ha conducido a resultados satisfactorios. Las máquinas se consideran como bienes económicos de capital fijo en la industria y en la agricultura. Por eso el movimiento de ventas en la industria de maquinaria se quintuplicó en el año de 1933, sobrepasando en más del doble el nivel de 1928, que fue el año de la coyuntura más elevada antes de la crisis mundial (véase el gráfico de la página 230).
Otro capítulo de la primera ley para la disminución del paro forzoso contiene una disposición que estimula la colocación de empleadas domésticas en casas particulares. Por leyes anteriores las empleadas domésticas estaban exentas del pago de la cuota del seguro contra el paro forzoso y se les había reducido considerablemente la cuota del seguro de invalidez. En lo sucesivo las empleadas domésticas quedan exentas de la cuota para el subsidio de los parados. Por otra parte, las familias que admitan una empleada de casa disfrutan de una rebaja en el impuesto de rentas por equipararse en este sentido la empleada a un niño menor de edad. Esta medida ha sido incorporada más tarde a la nueva ley sobre el impuesto de rentas, de modo tal que el contribuyente puede deducir del importe total de sus ingresos 50 marcos mensuales por cada doméstica.
El resultado de estas facilidades ha sido un aumento considerable de la demanda de empleadas de casa y, por consiguiente, una descongestión del mercado del trabajo y una disminución de los subsidios para los parados. Actualmente existe ya escasez de empleadas domésticas.
Como medida de carácter permanente de la ley del 1 de Junio de 1933 recordaremos también la concesión de préstamos prematrimoniales, que ya se ha tratado en los capítulos de la política demográfica y social y que ha experimentado diferentes ampliaciones por otras órdenes sobre la concesión de subsidios infantiles.
Según un cómputo de la Oficina de Estadística del Reich, hasta el comienzo del año de 1933, se habían contraído 300.000 matrimonios menos que los que podían esperarse teniendo en cuanta el número de personas que en condiciones normales pudieron haber contraído matrimonio. Esto había que atribuirlo sobre todo a la mala situación económica. En la mayoría de los casos existía el deseo de casarse, pero faltaban los medios para la fundación de un hogar modesto. Era necesario ayudar a resolver esta situación y, exceptuando las condiciones que hasta entonces se consideraban como normales para el matrimonio, estimular a las mujeres hacia el matrimonio poniéndolas en situación de dejar su puesto de trabajo o determinar su situación de paro forzoso.
Consecuencia de esta medida, creación personal del secretario de Estado Reinhardt, fue un considerable aumento de la cifra de natalicios. Como ya se ha dicho, se han concedido unos 960.000 préstamos prematrimoniales y han nacido unos 825.000 niños de los matrimonios que han recibido esta ayuda.
Los fondos para la concesión de tales préstamos se obtienen por medio de un aumento del impuesto sobre la renta de los solteros y los reingresos resultantes de los préstamos prematrimoniales se emplean en subsidios infantiles a las familias numerosas.
Además de las ayudas concedidas por una sola vez, desde Agosto de 1936 se han distribuido regularmente a los obreros y empleados con numerosa prole auxilios de 10 marcos por el tercero y cuarto hijo, 20 por el quinto y cada uno de los hijos sucesivos; para labradores y profesiones libres 10 marcos por el quinto y cada uno de los hijos sucesivos. En total se han subvencionado 2 millones y medio de niños.
En un capítulo de la segunda ley para la disminución del paro forzoso de 21 de Septiembre de 1933 se reduce a la mitad el impuesto sobre las rentas de la agricultura y otro disminuye el impuesto correspondiente a los bienes raíces.
Con esta reforma se ha logrado un aumento de la producción agrícola. Las cargas contributivas de la agricultura, que en el año de 1935 al 1936 eran de 460 millones de marcos, quedaron a unos 100 millones menos del nivel de la crisis de los años 1932/33 y han alcanzado así el nivel más bajo desde la guerra mundial. Esto es un desarrollo contributivo extraordinariamente favorable para la agricultura si se tiene en cuenta que el producto de las ventas ha subido de 1932 a 1935 de unos 2.400 millones de marcos. Las reducciones inmediatas, concedidas en los impuestos, han beneficiado considerablemente los precios de los productos agrícolas.
Una medida eficaz ha sido también la reducción de la tasa para el subsidio a los obreros parados que importa unos 400 millones de marcos y que condujo a un aumento del poder adquisitivo del obrero. Hay que mencionar, además, la exención de impuestos a las pequeñas viviendas y hogares propios, la abolición del impuesto sobre los vinos espumosos y aguas minerales, la rebaja del impuesto sobre las transacciones para el comercio interior y al por mayor, y del impuesto sobre los alquileres.
Otras Medidas Fiscales
El 15 de Julio de 1933 se promulgó una ley sobre rebaja de impuestos. Su disposición más importante consiste en una autorización ilimitada al ministro de Hacienda del Reich para eximir, total o parcialmente, por un período determinado por él, de los impuestos corrientes del Reich y de los Estados federales a aquellos fabricantes que empleen nuevos procedimientos de fabricación o produzcan materiales de nuevo tipo si esto es reconocido como de absoluta necesidad para la economía general de la nación. Esta autorización ya ha sido aplicada con amplitud y es de gran importancia para la realización del nuevo Plan cuadrienal; además, es un medio excelente para evitar el encarecimiento durante los primeros años del Plan. Otras medidas encaminadas a estimular el aumento inmediato de las demandas de mercancías y de servicios, o para favorecer un aumento del poder adquisitivo de las familias numerosas, están contenidas en las leyes relativas a la gran reforma fiscal del 16 de Octubre de 1934. Se trata con particularidad de una consideración mayor respecto a la situación de la familia en cuanto a la cédula personal y a los impuestos sobre la renta, fortuna y herencia.
Según estas leyes, el asalariado casado está completamente libre de impuestos sobre la renta: con 4 hijos y un sueldo mensual de hasta 260 marcos, con 5 hijos hasta 351 marcos mensuales, con 6 hijos hasta 793 marcos mensuales, con 7 hijos hasta 910 mensuales y con 8 hijos, etc., hasta 1.097 marcos mensuales. Además, los impuestos para las familias numerosas son muy bajos. Un padre con 6 hijos y un sueldo mensual de 800 marcos para solamente 1,04 marcos al mes por concepto de impuesto sobre la renta.
En la cédula personal antes no se consideraba la posición social de la familia; era simplemente un impuesto por cabeza. Desde el 1 de Enero de 1934 esta situación ha cambiado. Cuando aún no se había reformado la cédula personal, un obrero casado, con 4 hijos, un salario semanal de 50 marcos y con residencia en Berlín, tenía que pagar un impuesto anual de 42 marcos; el mismo obrero está ahora completamente exento de este impuesto. Por otra parte, el límite de exención se ha elevado considerablemente, de modo que el número de personas sujetas a la cédula personal se ha reducido mucho.
En el impuesto sobre la fortuna, el marido, la mujer y cada hijo menor son liberados con un capital que no pasa de 10.000 marcos por persona; por ejemplo: un matrimonio con 3 hijos y con 40.000 marcos de capital tenía que pagar, según la ley antigua, 200 marcos al año, a partir de 1936 ha quedado libre del impuesto sobre la fortuna.
En el impuesto sobre la herencia hay también límites de exención: 30.000 marcos por cada hijo y 10.000 por cada nieto. Antes del año 1935 el hijo que heredaba de su padre 25.000 marcos tenía que entregar una parte de la herencia al fisco. Hoy está libre de impuesto.
La mayor atención que se presta a la situación social de la familia y la concesión permanente de subsidios infantiles, significa el comienzo del equilibrio de las cargas familiares hasta que llegue el momento en que sea posible proceder a un equilibrio completo de aquellas mediante la creación de la “Caja Nacional de Compensación para Familias”.
En el capítulo dedicado a las comunicaciones trataré de las medidas fiscales encaminadas a impulsar la producción de vehículos de motor y sus industrias anexas en conexión con la construcción de las autopistas Adolf Hitler y con la “motorización”.
Pero antes de cerrar la sumaria enumeración de las disposiciones financieras del gobierno nacionalsocialista, creo conveniente hacer referencia a la política de saneamiento de la situación económica de los municipios.
Por la ley de la “conversión de la deuda municipal” del 21 de Septiembre de 1933 fue posible transformar las deudas a plazo corto y medio en deudas a largo plazo y liberar así a los municipios de intereses insostenibles. La ley autorizaba al municipio que tenía dificultades en el pago de sus deudas a corto plazo a ingresar como miembro en un sindicato de conversión. Los municipios podían ofrecer a sus acreedores para la conversión de las deudas obligaciones del sindicato al 4%, amortizables con un 3% anual a partir del 1 de Octubre de 1936 con un período mínimo de 20 años. En el caso en que el acreedor no aceptara esta proposición no podía reclamar su crédito incluso sus intereses, durante un término de 5 años. Si por acaso el sindicato suspendiera el pago de intereses, el Reich intervendría y deduciría sus anticipos de las participaciones de los Estados federales en los impuestos. El sindicato de conversión fue instituido en el Banco de Prusia. El importe total de las deudas a corto plazo sujetas a la conversión fue calculado en unos 2.000 millones de marcos.
Hablan de una manera elocuente del resultado favorable de esta operación las cifras siguientes: en 1939 la deuda total de los municipios importaba 11.295 millones de marcos, de los cuales 5.326 millones eran de deudas interiores a largo plazo y 2.789 millones a plazo corto o medio; actualmente, de 10.987 millones, 7.461 millones a largo plazo y sólo 435 millones a plazo corto o medio.
Al mismo tiempo los gastos hechos para mitigar la crisis no están soportados, como ocurría anteriormente, por el Reich y por los municipios en la proporción de 80% el primero y 20% los segundos, sino que quedan a cargo por entero de la Oficina de colocación obrera y seguro contra el paro forzoso. Esto significa un alivio importante para los municipios. Por último, se dispuso una limitación fija en las cargas de los municipios respecto a los desembolsos por concepto de Asistencia pública. De esta manera se facilita a los ayuntamientos el cálculo bien definido de su presupuesto: el importe es menor que los desembolsos hechos hasta ahora.
Otro paso importante hacia el saneamiento del presupuesto municipal ha sido la reforma de la contribución predial, que es, en esencia, una medida preparatoria para la reforma fiscal del Reich.
Las contribuciones prediales e industriales antes eran impuestos de los Estados federales y los municipios y mancomunidades municipales podían imponer recargos suplementarios. Este sistema contributivo no tenía base legislativa uniforme. La reglamentación estaba regida por medio de 16 diferentes leyes federales. En virtud de 4 ordenanzas, publicadas el 1 de Diciembre de 1936, se unificaron las contribuciones prediales para todo el territorio del Reich. La contribución predial e industrial ha dejado de ser de la competencia de los Estados federales, y se ha convertido única y exclusivamente en un impuesto municipal que debe constituir la principal fuente de ingresos para los ayuntamientos. Estas disposiciones tienden a la realización del gran fin, según el cual, en el futuro, no deben existir más impuestos que los del Reich y de los municipios.
Esta transmisión de las contribuciones de los Estados federados a los municipios, ha hecho necesaria una nueva distribución de las cargas y funciones entre los Estados federales, mancomunidades municipales y ayuntamientos. Se han establecido normas según las cuales se atribuyen a los municipios, con carácter uniforme para todo el Reich, aquellas funciones que pueden soportar gracias a la elevación de sus ingresos contributivos y que corresponden a la esfera de acción propia de ellos.
Resultados y Situación Actual
La disminución del paro forzoso era la condición previa más inmediata no sólo para el saneamiento de la situación económica y social de Alemania, sino también para su hacienda. Gracias pues a la disminución de los sin trabajo se redujo progresivamente la necesidad de asistirlos. Como ya hemos visto, la reducción del paro se logró estimulando el aumento de la producción, que a su vez ha tenido como consecuencia un aumento de los puestos de trabajo y, por ende, de las transacciones comerciales y de las rentas. El aumento por concepto de ventas y de los ingresos en general, debía traer consigo el alza automática de la entrada de impuestos y contribuciones.
La disminución del paro produjo una baja en los egresos públicos y un alza en los ingresos y, naturalmente, una mejora importante de la hacienda pública.
Año
Ingresos del Reich
Superávit frente al año 1932/33
(miles de millares de marcos)
1933/34
6,85
0,20
1934/35
8,22
1,57
1935/36
9,65
3,00
1936/37
11,49
4,82
1937/38
13,96
7,31
Como se ve, ¡los ingresos del Reich pasaron del doble durante los últimos cinco años!
Las disposiciones para la procuración de trabajo han producido valores económicos de carácter permanente y han aumentado la capacidad de rendimiento de la economía alemana; los valores ya existentes se han renovado, mejorado y consolidado. Al mismo tiempo se ha creado una base segura para las condiciones materiales en la reorganización de la defensa nacional.
“No faltan personas —decía, el año pasado en Munich, el secretario de Estado Fritz Reinhardt— que preguntan de dónde sacamos tanto dinero para invertirlo en las grandes construcciones, en la reorganización de la defensa nacional y en tantas otras cosas. En esencia se puede responder lo siguiente: los fondos provienen en gran parte del equilibrado presupuesto ordinario, en parte de impuestos especiales, como, por ejemplo, los relativos a las vías de comunicación, particularmente a la construcción de las autopistas (ingresos por impuestos sobre vehículos de motor y sobre transportes, derechos de aduana sobre combustibles líquidos y lubrificantes), y, en parte, del recargo anticipado del presupuesto nacional en forma de deudas a corto o medio plazo, o bien, por empréstitos nacionales a largo plazo.
Los ingresos contributivos del Reich alcanzarán en el ejercicio del año corriente unos 14.000 millones de marcos. Estos ingresos, no obstante las circunstancias extraordinariamente favorables, no bastan para cubrir por completo las necesidades financieras del Reich, que en estos últimos años son considerables. Del superávit que el Reich obtiene de los ingresos contributivos, una parte es necesaria para cubrir los déficits de los años anteriores, otra para cubrir los cargos resultantes de las distintas disposiciones para la creación de trabajo y otra, por último, para el pago de intereses y amortización de los empréstitos emitidos en los años anteriores. Mientras el superávit, por impuestos contributivos, restante del equilibrado presupuesto ordinario, no baste para cubrir las extraordinarias necesidades financieras, las deudas del Reich, a corto o medio plazo, serán convertidas en empréstitos a largo plazo. Con esta operación se conseguirá disponer de los medios que habían de destinarse a cubrir las deudas a corto o medio plazo y dedicarlos a las grandes obras de la política nacional. La suma de los empréstitos hasta ahora emitidos aún se puede calificar de pequeña, si se compara con el volumen y la capacidad contributiva de la economía alemana.
El servicio de intereses y la amortización de los empréstitos ya emitidos y de los que hayan de emitirse están totalmente asegurados gracias al ingreso aumentado de los impuestos del Reich.
El presupuesto nacional se encuentra en equilibrio y ha de mantenerse en este estado bajo cualquier clase de circunstancias.
Incluso una revista londinense, hostil al régimen actual, reconocía en un artículo sobre la nueva Alemania, publicado en Febrero de este año, que la situación financiada del Tercer Reich no se halla amenazada como muchos lo creen en el extranjero. “Es cierto —dice la revista inglesa— que en circunstancias normales la existencia de una deuda flotante de cerca de 16.000 millones representaría un «potencial de inflación» muy peligroso. Al primer indicio de una alteración financiera o política, los billetes de banco en posesión de particulares o de los bancos serían descontados por el Reichsbank y la circulación se aumentaría al doble o al triple. Pero este peligro se puede considerar hoy como eliminado en Alemania. Los medios de control del Estado «totalitario» son tan completos y potentes que el gobierno tiene en su mano la posibilidad de sofocar en su origen un peligro semejante. Podría rehusar fácilmente el descuento y con ello transformar el papel moneda en una especie de empréstito permanente.
Precisamente, por las mismas razones —añade la revista— es equivocado creer que Alemania pronto se verá obligada por motivos financieros a reducir sus gastos de rearme. Lo mismo que el Reichsbank, gracias a su dominio dictatorial en el mercado monetario y de capitales, puede impedir una inflación repentina, puede también asegurar la continua emisión de billetes con el fin de cancelar el déficit del presupuesto del Estado.”
Esto es tanto más cierto cuanto que los gastos extraordinarios para el rearme se van acercando a su fin y la política financiera alemana se ha esforzado, y aún se esfuerza por medio del ahorro, en llevar al presupuesto ordinario los gastos hechos al crédito durante el período de creación de trabajo y de rearme. Esto asegura para el porvenir la posibilidad de ordenar nuevos trabajos que, de otra manera, no podrían garantizarse.
En su discurso, ya citado, el ministro de Hacienda del Reich, Schwerin von Krosigk, decía: “Hay que lograr que en lo sucesivo se puedan cubrir de un presupuesto ordinario bien equilibrado no sólo los gastos de necesidad vital sino también los ordinarios que requiere el armamento. Para ello debemos estar dispuestos a todos los sacrificios.”
El pasado presidente del Reichsbank, Dr. Schacht, en la asamblea general del Banco alemán de emisión, del 12 de Marzo de 1938, pronunció unas palabras tranquilizadoras sobre la situación financiera de Alemania. Entre otras cosas dijo que no es ningún secreto el que junto a las deudas del Reich, a largo plazo, hayan aumentado en los últimos años las deudas a corto plazo y que hasta ahora no se hayan cubierto totalmente ni se han consolidado. Sin embargo, no hay que olvidar que frente al aumento de las deudas del Reich existe una disminución de las privadas de modo que se trata menos de un aumento de las deudas generales de Alemania que de una transferencia de éstas del sector privado al público. Si no intervinieran los motivos políticos, sino sólo los financieros, no habría motivo alguno para temer la publicación del estado financiero alemán. Los críticos extranjeros se asombrarían de ver cuán poco peligrosa aparece la situación financiera teniendo en cuenta el conjunto de los resultados obtenidos. Los límites de la deuda pública no se han descuidado hasta ahora ni se descuidarán en el porvenir. El Reichsbank en todo momento se da perfecta cuenta de que el camino financiero hasta ahora seguido no es ilimitado.
La consolidación de la situación económica permite hoy, en el terreno de las órdenes impartidas por el Estado, prescindir del método de la intervención financiera por medio de letras de cambio especiales y en su lugar aportar los medios necesarios, siempre que estos no procedan del presupuesto ordinario, gracias a la emisión de bonos del Tesoro y empréstitos en el mercado de capitales. Mientras se haya de realizar el pago en bonos del Tesoro, habrá de hacerse éste en tal escala que a su vencimiento pueda ser consolidado sin inconveniente alguno. Por la realización de estas medidas se garantiza la estabilidad del sistema monetario y de la hacienda pública alemana y se asegura y amplía hasta el presente.
La mayor moderación en los gastos y la buena administración en el empleo de los fondos públicos así como su centralización son ahora, lo mismo que antes, un deber ineludible. La capacidad de rendimiento del mercado monetario y financiero debe emplearse sobre todo para las necesidades normales del Reich y para la consolidación o amortización de las deudas a corto plazo.
Moderación en los gastos, tal es la consigna que el Dr. Schacht no se cansara de repetir. Su revista Der deutsche Volkswirt (El Economista Alemán) no ha titubeado en esbozar hace poco tiempo un cuadro real de esta necesidad.
Sin cesar se acumulan los difíciles trabajos que Alemania tiene aun que ejecutar: recuperar el tiempo que ha perdido mientras que las demás naciones se han entregado al rearme; conquistar, mediante grandes esfuerzos, su independencia en el terreno de la alimentación; aprovisionamiento debido, a la falta de colonias, de materias primas de vital necesidad por medio del segundo Plan cuadrienal. Se sobreentiende que todo esto requiere trabajo, materias primas, divisas, capital. Si la mano de obra parecía en cierta manera inagotable, en la actualidad está totalmente ocupada. El aparato crediticio ha sido puesto a contribución por el sistema de las deudas a corto plazo. A fines de Julio el Reich tenía 7.000 millones de marcos en circulación, lo cual no había ocurrido hasta ahora desde la inflación. En cuanto a la existencia de materias primas y de divisas había hasta hace poco si no de sobra por lo menos lo suficiente para satisfacer las necesidades; en el presente no es posible contar con reservas de importancia. En los últimos cuatro años el tiempo no nos ha favorecido en el empeño de conquistar nuestra independencia alimenticia. Considerables cantidades de divisas han tenido que ser invertidas en productos alimenticios para el consumo de la nación.
El ordenamiento de los problemas según su importancia es indiscutible. Ante todo un pueblo quiere vivir. Por lo tanto hay que alimentarlo. Quiere vivir libre. Para ello debe encontrarse en condiciones de poder defenderse. Para defenderse, tiene que estar armado y, además, debe asegurarse determinadas fuentes de reserva. A su vez estas reservas le son necesarias para completar su alimentación y su defensa. Sin embargo, el concepto “completar” no debe considerarse desde un punto de vista estrictamente imprescindible de la economía general. El segundo Plan cuadrienal está destinado a realizar este último fin. Todo lo demás está sujeto a este orden de problemas: los gastos de administración y representación del Estado, el satisfacer las necesidades de menor importancia.
Si el curso hasta ahora seguido en la reconstrucción nacional, económicamente hablando, ha obligado a invertir las reservas en materias primas y trabajo, esto significa que el consumo normal supera en efecto a la producción. Si las circunstancias permanecen invariables, el aprovisionamiento sólo se puede asegurar en el orden deseado, mediante una organización conveniente. Las medidas hasta ahora tomadas y las que se tomen en lo sucesivo, impuestas por el progresivo aumento de las dificultades entre los problemas presentes y futuros, tienden a eliminar aquellas exigencias que no sean de necesidad inmediata. Tanto el trabajo como las materias primas se han de dedicar únicamente a la realización de los problemas más urgentes. Si surgiera una situación indeseable entre la circulación monetaria y las mercancías para el consumo, los gastos del Estado y con ello la circulación monetaria deben ser suprimidos para todos aquellos fines que no sean de necesidad vital.
No se pueden expresar de una manera más clara las normas en la moderación de los gastos públicos. Esta política es particularmente necesaria para realizar los grandes fines que se han impuesto a la Alemania de hoy.
“Un verdadero estadista —decía Federico el Grande— debe ser económico y generoso, es decir, económico para poder ser generoso”.
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