Werwolf

"Sehen wir uns ins Gesicht. Wir sind Hyperboreer". Nietzsche

Sunday, June 18, 2006

La Alemania de Hitler XI


“Los hechos y la labor creadora son las mejores medidas para apreciar nuestro poder”
Joseph Goebbels


XI La Economía en la Nueva Alemania


Según las ideas predominantes se entiende por política económica a la reglamentación de todas las medidas relativas a la producción, distribución y consumo de aquellos productos capaces de satisfacer las necesidades vitales del hombre.
Estas cuestiones han permanecido esencialmente iguales a través de los tiempos y no se modifican, cualquiera que sea el carácter cultural, social y político del país en que se desarrollan. Sin embargo, el camino de su realización ha sufrido grandes variaciones en los diversos períodos históricos y en los distintos países; e igualmente, las clases sociales que han sacado beneficio del desarrollo económico no han sido siempre las mismas. En la economía capitalista predominaba el principio del beneficio egoísta de la explotación de la fuerza productiva humana para asegurar al patrono el máximo de ganancia. Como reacción lógica contra este sistema, que en la Alemania de hoy está eliminado para siempre, surgió la teoría económica marxista-socialista, que tiene como fundamento la lucha de clases, la quimera de la separación completa entre el obrero y el patrono, la victoria absoluta del proletariado sobre el capitalista —aún a riesgo de que al desaparecer este se puede llevar a la Economía a su completa ruina.


Las Ideas Económicas Nacionalsocialistas

El principio fundamental de la Economía en la nueva Alemania, que como todas las otras exteriorizaciones de la ideología nacionalsocialista está inspirada en la noción de la comunidad, es completamente distinto al de la doctrina marxista.
Según la concepción nacionalsocialista, las fuerzas que un pueblo puede desarrollar por sí mismo psicológica y físicamente, así como aquellas que encierra el país por él habitado y que hace aprovechables, representan la totalidad de las posibilidades nacionales y constituyen el patrimonio efectivo de la nación. La Economía de un pueblo, el desarrollo y el progreso de estas fuerzas son a la vez el custodio y el símbolo del patrimonio nacional. Por esta razón todo el que intervenga en la Economía, sin distinción del lugar que le esté designado, ni el grado de su actividad, deberá sentirse responsable frente a la comunidad de ese pueblo.

En el Estado nacionalsocialista, la calidad de colaborador en la obra económica crea una obligación, tanto mayor cuanto más importante sea la parte que toma el individuo en la administración del patrimonio colectivo. En realidad, todo alemán tiene una parte, mayor o menor, en la administración de este patrimonio, aun cuando no tenga más que administrar las horas de trabajo que realizan sus manos o las fuerzas naturales de su cuerpo, de las cuales dispone.
Así, el obrero cumple con su deber hacia la colectividad cuando, imbuido del sentimiento de camaradería y con una conducta digna como miembro del personal de una empresa cualquiera, ejecuta con el máximo esmero el trabajo que se haya impuesto, haciendo uso cuidadoso de los materiales o herramientas que se le hayan confiado. Así también, el campesino cumple con su deber como miembro de la comunidad entera cuidando con el mayor afán el suelo que le ha sido entregado por el pueblo para trabajarlo y obtener de él el mayor rendimiento posible. El campesino, en su calidad de encargado de suministrar la alimentación del país, debe hacer llegar al pueblo los frutos de su campo en condiciones tales que estén al alcance de todos sus compatriotas trabajadores. Del mismo modo, el jefe de una empresa cumple con su deber cuando en su calidad de fabricante, industrial, artesano o comerciante se siente investido de un cargo oficial; esta convicción interior influye en el éxito de su obra, es decir, en la rentabilidad del trabajo a que se dedica su empresa.
Decía hace dos años el Dr. Hjalmar Schacht, presidente del Reichsbank y ministro de Economía, en su conocido discurso de Königsberg: “Todos estamos metidos en un barco; no nos queda más que un camino: confiar en su navegabilidad y en el capitán que lo gobierna: El Reich y su Führer”.
En la nueva Alemania esta subordinación de la economía a la comunidad nacional está claramente expresada en el programa del gobierno, expuesto por el Führer en su primer discurso ante el Reichstag. En aquella ocasión decía Adolf Hitler: “El pueblo no vive para la economía, y la economía no existe para el capital, sino que el capital sirve a la economía y la economía al pueblo”.
La economía nacionalsocialista se caracteriza, además, por los postulados del “derecho al trabajo” y “el deber de trabajar bien”. La economía política de Adolf Hitler es la suma de todas las medidas de carácter económico que tienden a facilitar la conservación del pueblo en su totalidad y la existencia de cada uno de los compatriotas dedicados al trabajo y es considerada por él como el cumplimiento general del deber para la conservación de la comunidad y del poder del Estado.
La misma ideología se aplica también a las relaciones comerciales. “Oferta y demanda” permanecen los factores que regulan los precios en este terreno. Sin embargo, de acuerdo con la doctrina nacionalsocialista, deberá ser desarrollado un orden económico que incorpore el deber moral de la economía —basado en la comunidad de todos los elementos productores que pertenecen a un pueblo— a todas sus manifestaciones, lo mismo en la producción que en el mercado. Por esta razón, el Estado nacionalsocialista se ha hecho cargo de la organización de la producción y del mercado. El egoísmo, desde luego comprensible, del empresario particular no puede dañar más a la colectividad, cual era el caso en la Alemania anterior a Hitler; la utilidad obtenida por el particular resulta en provecho de la comunidad entera.
Otro postulado de la economía política nacionalsocialista dice que la economía es también una “cuestión de capacidad”. Hitler lo ha expresado ya claramente en una ocasión, en que uno de sus más fanáticos partidarios insistía en la “unificación” en el sentido de que empresarios inteligentes, que no fueran del Partido debían ser lanzados fuera de sus puestos y sustituidos por camaradas, que, si bien eran buenos combatientes políticos, carecían del necesario talento comercial y técnico. La experiencia adquirida en los primeros meses de la toma del poder obró en esta cuestión de una manera convincente; y puso de manifiesto los peligros de tal acción para la estabilidad de la economía. “La economía es un organismo de una sensibilidad excepcional y todo trastorno, cualquiera que sea el sitio de donde provenga, es de acción tan perturbadora como la de la arena echada en una máquina”.


La Economía Industrial

Un extranjero imparcial, que vuelva por primera vez a Alemania después de cuatro años, por ejemplo, a la región renano-westfálica, a la zona industrial de Sajonia, a las fábricas de las afueras de Berlín, es decir, a aquellas zonas en que la industria impone su sello particular, seguramente que recibiría la impresión de una nueva vida. Observaría que gran número de fábricas han vuelto a abrir sus puertas, que las chimeneas vuelven a lanzar el humo a los cielos; que cientos de miles de puestos antes vacantes están de nuevo ocupados y numerosos muelles y cargaderos están otra vez animados de movimiento, que las fachadas de las fábricas y casas antes desconchadas relucen en su pintura fresca. Se apercibiría de que al entorpecimiento que hace cuatro años aún se podía observar, se ha sucedido un intenso desarrollo, un cuadro que alegra y en el que se refleja el espíritu emprendedor nuevamente despertado. Si tuviera interés en conocer el resultado económico de este desarrollo podría deducir de las estadísticas oficiales los importantes datos siguientes:
El paro forzoso ha desaparecido y más de tres millones de obreros se han incorporado al mecanismo de producción; la jornada de trabajo se ha aumentado de 7,26 a 7,86 horas; el socorro de los sin trabajo ha decrecido de 3.200 millones a 300 millones; las contribuciones del Estado han subido a 7.300 millones (véase el capítulo “La Batalla del Trabajo”). Sin contar con todo esto, la producción industrial se ha incrementado a tal grado que de 39.900 millones en 1933 pasó a más de 75.000 millones de marcos en 1937. En los cinco años, en que el nacionalsocialismo dirige la economía nacional, se ha aumentado la proporción en la fabricación y producción de diversos artículos como sigue: papel, 50%; aceites pesados para motores Diesel, 66%; carbón de piedra, 68%; combustibles líquidos para calefacción, 80%; petróleo, 90%; seda artificial, 100%; aceites combustibles para alumbrado, 110%; acero, 167%; lubrificantes, 190%; gasolina y similares, 470%; aluminio, 570%; lana celulósica, 2.500%; etc.

La confianza depositada por el pueblo alemán en su política económica se muestra claramente en el aumento de las imposiciones en las Cajas de Ahorro. Los depósitos en las Cajas de Ahorro públicas han aumentado de 11.400 millones de marcos en el año de 1932; a 12.100 millones en el año de 1933; a 14.600 millones en el año de 1936 y a 16.100 millones en el año de 1937. La extracción de carbón de piedra da las cifras siguientes: año 1932, 104,7 millones de toneladas; 1933, 109,7; 1934, 124,9; 1935, 143; 1936, 158; 1937, 184,5. La extracción de lignito ofrece un progreso idéntico: 1932, 122,65 millones de toneladas; 1933, 126,79; 1934, 137, 27; 1935, 147; 1936, 161,37; 1937, 184,7.
Un cuadro no menos imponente nos lo da la producción de acero y hierro fundido y de las industrias siderúrgicas en general. La producción de acero ofrece, en miles de toneladas las cifras siguientes: 1933, 9.660; 1934, 13.555; 1935, 16.010; 1936, 18.614; 1937, 19.202. En el año de 1938 la producción se calcula que ascenderá a unos 21 millones de toneladas. La producción de acero fundido ha ascendido de 1,4 a 3,7 millones de toneladas. La extracción de mineral de hierro alemán arroja las cifras siguientes: 1932, 1,3 millones de toneladas; 1933, 2,6; 1934, 4,3; 1935, 6; 1936, 7,5 y 1937, 9,6.

Sin embargo, el éxito material inmediato no es lo decisivo. Hasta ahora, el jefe de empresa estaba acostumbrado y obligado por las circunstancias a seguir [Gráfico 1] el desarrollo económico casi exclusivamente por los cálculos hechos con su lápiz y a deducir el resultado financiero del año de las lecturas tomadas de su balance propio o de las estadísticas oficiales. Ahora recibe una enseñanza objetiva clara, que le instruye sobre la importancia relativa de la pura observación de los números, la cual aún hecha con toda la precisión sufre la considerable influencia de otros factores, que están fuera de los cálculos numéricos referentes a la marcha y rendimiento de su empresa.
Los años transcurridos desde la revolución industrial han reforzado en todos los industriales alemanes la convicción de que precisamente tales factores relativos al desarrollo de la política y del Estado ejercen una enorme influencia sobre la esfera económica, aunque a primera vista parece que estuviesen fuera de ella.

La confianza en el gobierno y en el porvenir influyen actualmente en su grado máximo en lo que hace o deja de hacer el industrial, y le protege contra los obstáculos y dificultades que acaso tenga que vencer en su obra. La eliminación de la dualidad del Estado y de [Gráfico Nº2] la economía, la eliminación de la lucha de clases, los nuevos caminos emprendidos para el restablecimiento de una verdadera comunidad del pueblo, la colaboración sincera y fraternal entre el patrono y el personal, son conquistas sociales que han aumentado la alegría del trabajo y desplegado la capacidad del espíritu creador. El concepto de “trabajo productivo” ha podido elevarse sobre lo puramente material hasta llegar a adquirir la conciencia del cumplimiento del deber nacional y de la responsabilidad propia en el destino colectivo de la nación.
¿Mediante qué líneas directrices y de organización se han [Gráfico Nº3] podido obtener estos resultados tan favorables?
En la declaración programática, ya citada al principio de nuestra obra, Adolf Hitler anunció que el nuevo gobierno se proponía “velar por los intereses económicos del pueblo alemán no por el camino tortuoso de una gran economía burocrática organizada por el Estado sino por el impulso más fuerte dado a la iniciativa particular sobre la base del reconocimiento de la propiedad privada”.
El reconocimiento del principio de que, en contraste con lo que ocurre en la Rusia soviética, el Estado tiene por misión dirigir la economía pero no administrarla por sí mismo (función que corresponde exclusivamente a la economía misma) no puede ser más explícitamente expresado. También así ha sido establecido solemnemente el principio de la propiedad privada con lo que se estimula al patrono a ensanchar más su empresa para alcanzar los mayores resultados posibles.
Estos dos principios determinan las normas directivas para la reorganización nacionalsocialista de la economía industrial; aquellas exigen una administración autónoma cuya misión consiste en asesorar y tutelar a las asociaciones industriales o a los socios que forman parte de ella. Esta administración tiene el deber de transmitir al gobierno los deseos de los patronos que toman parte en la obra de reconstrucción económica.

A raíz de la toma del poder, en 1933, los nacionalsocialistas emprendieron el primer ensayo de agrupar a las grandes asociaciones industriales, según su género, en clases diferentes. Esta obra ya estaba tan avanzada en la primavera de 1934 que el ministro de Economía, Dr. Schmitt, pudo decretar el 27 de Febrero del mismo año la ley sobre “la preparación de la reconstrucción orgánica de la economía alemana”. Esta ley organizaba la economía industrial alemana en trece grupos principales, a cuyo frente se puso al jefe de la economía industrial y a su representante. El 27 de Noviembre, el Dr. Schacht, como ministro de Economía del Reich, transformó la organización económica dictada por la ley antes citada en un sistema corporativo según profesiones y regiones. El cargo del jefe de la Economía Industrial fue suprimido y se creó la Cámara Económica Nacional que es una especie de cámara de compensación de los grupos recién creados. La organización de la economía industrial quedaba constituida como sigue:
La Cámara económica nacional, como órgano superior, se compone de los grupos siguientes: Industria (con sus siete grupos principales), Artes y Oficios, Comercio, Banca, Seguros, y Energía (gas, agua, electricidad). La organización total está bajo la dirección del ministro nacional de Economía, el cual puede nombrar y destituir al director de la Cámara económica, a su representante, y también a los directores de los distintos grupos.
Por el primer reglamento se han creado las corporaciones regionales. La Cámara económica nacional se divide en otras 18 regionales; los grupos centrales en grupos regionales; en el comercio a por menor se subdividen en grupos distritales y locales. Las Cámaras de Industria y Comercio se hallan al frente de toda la organización de la Cámara económica nacional.
El grupo del artesanado ocupa una posición especial. Conforme a una antigua costumbre está dividido por gremios. Lo dirige el jefe nacional de los maestros del artesanado que al mismo tiempo ejerce las funciones de jefe de éste y es presidente de la Cámara del Artesanado del Reich. El grupo nacional está compuesto por 50 asociaciones gremiales; al Congreso del aretsanado alemán están adheridas 61 cámaras de artesanos: un enlace entre las corporaciones puramente profesionales y semiprofesionales.
La diferencia más marcada entre la organización gremial y la de los restantes grupos reside en la rigurosa disciplina de la primera. En los demás grupos de la economía industrial también se observa un propósito de centralización, sobre todo en los primeros momentos, pero pronto surgen otras tendencias en particular de carácter regional. En el segundo decreto del 25 de Septiembre de 1935 se nota que el dominio central, intensamente riguroso en lo que concierne a la profesión, tiende a disminuir y se le da mayor compo de acción a la organización regional. La orden del ministro nacional de Economía, del 7 de Julio de 1936, destaca la idea de la descentralización y la especial atención que se pone en los intereses regionales.
La nueva ordenación de la economía industrial parte del hecho —como ya hemos indicado— de que en el Estado nacionalsocialista no se puede prescindir de la administración autónoma de la economía. Se trata de crear una organización que dé toda clase de posibilidades de intervención al Estado autoritario y que ofrezca a los patronos colaboradores del frente económico la garantía de que sus deseos y experiencias lleguen con eficacia a conocimiento de los organismos superiores, a través de los grupos profesionales más inmediatos a la empresa y de las cámaras económicas regionales. Como se ve, en la economía no se excluyen la dirección autoritaria y la administración autónoma, sino que se completan entre sí indispensablemente.
El convenio de Leipzig de Marzo de 1935 (véase el capítulo “Política social”) ha establecido las bases sobre las cuales ha de efectuarse la colaboración entre la organización entre la organización económica de la industria y el Frente Alemán del Trabajo, inspirándose en el principio nacionalsocialista de la comunidad del pueblo.
Tomando como modelo el Frente Alemán del Trabajo, se ha organizado un Tribunal de honor de la economía alemana; asimismo, otros en las Cámaras económicas regionales. La organización económica se ha convertido por esta nueva ordenación en una organización unificada y clara al servicio de la jefatura económica del Estado y de sus finalidades con asociación obligatoria. El principio de la economía nacional ha superado así en este aspecto de la organización a los intereses particulares de la economía privada. El bienestar de la totalidad está por encima de la utilidad del particular.
En esta organización está el secreto de la coordinación de todas las fuerzas y de la acción uniforme en la economía industrial alemana. Tanto ella como el gobierno del Estado, capaz y de amplias miras, constituyen el fundamento esencial en que se apoyen los éxitos económicos.


El Artesanado

Para darse una idea de la importancia del artesanado en la economía alemana es suficiente recordar que en la época de la reorganización había en el país 1.542.000 talleres independientes con unos 1.050.000 oficiales y auydantes, 300.000 obreros no calificados, 500.000 aprendices, 100.000 empleados técnicos y comerciales y 250.000 miembros de familia auxiliares: en total unos 4 millones de personas empleadas en el artesanado. Unos 8 millones de personas, es decir, 1/8 de la población alemana vivían y viven todavía hoy del artesanado.
El artesanado formaba una parte muy importante de los seis millones de obreros alemanes parados. El volumen total de ventas en el artesanado descendió de 20.000 millones de marcos a unos 10.000 millones.

¿Cuáles son los progresos que se alcanzaron en los últimos cinco años?
En primer lugar, como ya se dijo, por la ley del 29 de Noviembre de 1933, se logró poner la organización del artesanado (Unión nacional de los artesanos alemanes) bajo la dirección única del Jefe del artesanado alemán y disminuir el número de gremios de 19.000, con carácter libre, a 16.000 con carácter obligatorio que comprenden unos 130 oficios de artesanos, puros. Las asociaciones de oficios de artesanos, uniones de artesanos, gremiales y libres, de toda clase, cuyo total ascendía a 3.200, se ha convertido en 750 asociaciones de distrito; de 390 agrupaciones profesionales regionales y 90 nacionales, se crearon 51 uniones gremiales nacionales y 5 grupos profesionales que están directamente unidos al grupo nacional Artesanado (Asociación nacional del artesanado). La organización total se ha simplificado mucho bajo la inspección y tutela de 59 Cámaras del artesanado; los gastos de organización han disminuido de 60 millones a 40 millones al año.
Otro importante progreso significa la institución del examen de los maestros, como condición necesaria para el ejercicio de un artesanado. La necesidad de esta medida se comprende bien, ya que antes sólo un 40% de los maestros había pasado este examen. El artesanado de esta forma eleva su valor cualitativo. A esto hay que agregar las escuelas de Artes y Oficios del Estado, las escuelas organizadas por las asociaciones gremiales y por las Cámaras así como la instrucción complementaria del Frente Alemán del Trabajo y mediante las escuelas privadas.
Un signo de la nueva moral y de la ética del trabajo es que también las cámaras del artesanado tienen ahora sus tribunales de honor. La cultura del artesanado ha experimentado al mismo tiempo un refuerzo vigoroso por el fomento de la propaganda, de las exposiciones y de la educación artística en el sentido de producir trabajo de buena calidad. Con este motivo hay que citar la magnífica Casa del Artesanado Alemán, recién construida en Berlín, con sus rejas de hierro forjado y las imponentes y simbólicas figuras de piedra. Como edificio central de la administración contiene una exhibición de labores hechas en los distintos oficios manuales. La instalación entera y el mobiliario son una prueba del valor y de la belleza de las creaciones del artesanado. En las exposiciones permanentes se muestran las nuevas obras que sirven de propaganda para los distintos ramos del artesanado. Una exposición permanente de muestras ofrece al exportador los datos necesarios sobre muchos productos codiciados por el público extranjero.
Entre las particularidades más importantes de la actividad de la Asociación nacional del artesanado deben citarse:
1º La fundación del Instituto del Artesanado Alemán. Este centro se destina a impulsar la producción científicamente estudiada y a mejorar la organización de los talleres; por su parte, 29 oficinas para el fomento del artesanado compiten prácticamente entre sí en este sentido.
2º La colaboración de la oficina central con la Cámara nacional de Bellas Artes y de otros organismos similares contribuye al aumento de la producción cultural principalmente en la moda, el arte mobiliario, la colonización, etc.
3º Un gran número de peritos constructores se ocupa de mejorar el sistema de la adjudicación de las construcciones. La Sociedad Constructora Fiduciaria, fundada por el grupo de este artesanado, facilita los medios económicos para la edificación, de casas propias sobre todo, y vigila la marcha financiera de la construcción. Se han fundado 16 sociedades de contratistas de obras que den el capital necesario al artesanado incluso para poder emprender grandes construcciones. En el abastecimiento de los productos de la industria manual se ha logrado una estimable alza de las ventas por medio de la Central del Reich encargada de la entrega y de las corporaciones de las diversas industrias, que están incorporadas a ella en número de unas 230.
Prescindiendo de estas medidas extraordinarias, la reanimación del artesanado alemán se ha podido realizar gracias al resurgimiento de la economía nacional y por el consiguiente aumento del poder adquisitivo. El descenso del número de oficiales y ayudantes parados, por ejemplo, en la metalistería ha alcanzado la cifra del 70% y en la industria de la confección del 76%. El trabajo incontrolado ha disminuido de la misma manera. La cifra de negocios alcanzó ya en el año de 1935 a 15.000 millones de marcos, lo que supone un aumento de más del 50% en relación con el año de 1933 y de unos 18.000 millones en el año de 1937.


La Industria

Los principales propósitos del grupo Industria, que después de su reorganización es el más importante y mayor de todos, son los siguientes: enseñanza técnica e instrucción de sus miembros; enseñanza de los nuevos procedimientos técnicos, sobre los nuevos materiales y sobre el ahorro de materias primas; enseñanza comercial de los miembros sobre las cuestiones económicas esenciales de su ramo (movimiento del mercado de los productos no elaborados y análisis del mercado de ventas); asesoramiento de los miembros en cuanto a la mejora de los procedimientos de trabajo y de administración para aumentar la rentabilidad (fomento de los conocimientos económicos de los miembros, contabilidad); asesoramiento en las cuestiones de organización de carteles y cooperación en el control de los mismos.
Otros temas no menos importantes son los siguientes: cuestiones especiales sobre política contributiva; tarifas de transportes; cuestiones monetarias y política comercial; fomento de los institutos de educación e investigación; cuestiones de protección antiaérea y de economía de la defensa nacional; presentación de dictámenes sobre asuntos de su especialidad; asesoramiento en todas las demás cuestiones de derecho comercial y social y de economía social; colaboración en la educación profesional de los jóvenes; colaboración en las cuestiones referentes a exposiciones y ferias.
Todos los fabricantes deben ser miembros del grupo Industria ya que sería injusto que el industrial aislado pudiera cosechar para sí lo que sembraron sus colegas. Según la ideología nacionalsocialista el trabajo mancomunado es un deber para conseguir la máxima rentabilidad y el mayor rendimiento posible en beneficio del pueblo y del Estado.
El grupo Industria está organizado, según los ramos, en 29 grupos económicos; bajo la dirección de 7 jefes principales abarcan 225 grupos profesionales y 14 grupos de distrito; imponente resumen que podría ser objeto de simplificación uniendo unos grupos a otros. Si se compara la clasificación clara de la nueva organización con el sistema anterior de asociaciones económicas libres se verá que antes existían 1.185 asociaciones en la Federación nacional de la industria alemana y que la Unión general de industrias no tenía menos. Por otra parte, la industria alemana después de los Estados Unidos es la más especializada del mundo y su organización debe por tanto responder a su enorme complejidad.
Una tal concentración organizadora de las fuerzas industriales es de gran importancia para la economía nacional y de una necesidad absoluta si el Estado quiere alcanzar una meta tan elevada como es la del segundo Plan cuadrienal. No se trata aquí de una red de servicios oficiales o de una burocracia económica, sino de una organización técnica y regional, que facilita la actividad y la iniciativa de cada una de las ramas industriales en todo el ámbito del Reich para resolver los grandes problemas planteados por el Estado en interés de la comunidad nacional.
El segundo Plan cuadrienal obliga a aumentar el rendimiento de la economía alemana porque se propone realizar una producción en grande de materias primas del país, a fin de asegurar a Alemania su independencia en ese terreno. La nueva organización ofrece la garantía de que la industria sabe aprovechar las investigaciones de la química explotándolas con el rendimiento necesario.
La coyuntura del primer Plan cuadrienal le planteó a la industria problemas que exigían la máxima capacidad de rendimiento tanto técnica como comercialmente. La naturaleza de la coyuntura, determinada por las necesidades del Estado, produjo una expansión de extraordinaria rapidez en algunas industrias y sobre todo el establecimiento de otra casi nueva en el Tercer Reich: la industria de los armamentos. Esto tuvo como consecuencia un súbito y considerable aumento de la producción en algunas industrias, una serie de requisitos de carácter especial sobre la calidad de los materiales y una gran demanda de obreros especialistas. Todo esto merece ser destacado.
Debido a la situación especial de Alemania en la economía mundial surgieron exigencias de distinta índole. Como las limitadas reservas de moneda extranjera no permitían un aumento del comercio de exportación que compensara los desembolsos hechos por la creciente adquisición de materias primas, la industria se vio ante la necesidad de establecer por sí misma una base de éstas en el propio país. Los resultados son más que satisfactorios. Alemania se encuentra actualmente en situación de producir ella misma casi la mitad de la cantidad de bencina que necesita; su industria de la lana celulósica le ofrece la posibilidad de fabricar por procedimientos químicos una considerable parte de sus fibras textiles. Lo mismo sucede con otros materiales alemanes como la resina artificial y el caucho sintético “Buna”. Los experimentos hechos, por ejemplo, en el ejército alemán y en las últimas carreras de automóviles han demostrado que los productos fabricados con “Buna” son más resistentes que los mismos hechos con caucho natural. El precio algo más elevado de la “Buna” queda en parte compensado por su calidad (Fig. 133 a 138).
Los datos estadísticos muestran que el número de obreros empleados en la industria durante el primer Plan cuadrienal se ha aumentado de 3,7 millones a 6,6 millones; a este último número hay que añadir 861.000 empleados. El promedio diario de la jornada de trabajo ha subido de 6,97 a 7,62 horas. La producción ha experimentado un aumento mensual considerable, de algo más de 600 millones de marcos ha subido a 1.200 millones y las sumas de salarios en la industria ha aumentado en más del doble: de 400 millones de marcos ha pasado a 865 millones [1].
El Comercio

La gran importancia de esta antiquísima actividad humana ha permanecido siempre la misma en la vida de los pueblos, en el transcurso de los siglos y a través de todas las mutaciones, tanto en las formas políticas como en las sociales.
El mismo bolchevismo ha tenido que reconocer su error de la distribución mecánica de los bienes. Stalin lo manifestó tácitamente en el Congreso del Partido de 1934 cuando dijo:

Por fin tenemos que darnos cuenta que el destino último de las mercancías no es la producción sino el consumo. En nuestro país se han dado casos en que, a pesar de la existencia de grandes cantidades de mercancías y productos agrícolas, éstos no llegaban al consumidor sino que al contrario vagaban durante años por entre los rincones burocráticos de la susodicha red de distribución de mercancías fuera del alcance del consumidor. Así se explica que la industria y la agricultura bajo tales condiciones perdieran todo estímulo para aumentar la producción y que la red de distribución de mercancías fuera amontonándolas mientras que el labrador y el obrero carecían de ellas. El resultado fue la ruina de la vida económica del país a pesar de la existencia de productos.

Y refiriéndose al fracasado intento de un “comercio de Estado”, Stalin continuó diciendo:

Hay que terminar con la costumbre malsana de los funcionarios comerciales de distribuir mecánicamente las mercaderías; además, hay que hacer desaparecer el desprecio a las necesidades del consumidor, el automatismo en la distribución de las mercancías y la ausencia de responsabilidad personal en el comercio.

En la nueva Alemania el principio de que “el interés general está por encima del interés particular” ha sido también aplicado al campo del comercio. El comercio ha sido reconocido como una parte imprescindible de la economía nacional y al mismo tiempo que el Estado, por medio de medidas prácticas y legislativas, pone todo empeño en estimular la iniciativa privada y reforzar la aportación personal, interviene también, asegurando la estabilidad del mercado y dirigiendo la economía nacional en beneficio general de la nación. La iniciativa privada debe continuar desarrollándose, pero su camino lo señala el Estado. Antes, cuando el comercio no tenía obligación ninguna con respecto a la economía general, el juego de la oferta y de la demanda dominaban por sí solos el mercado; el comercio regulaba el mercado y los precios; la economía privada, desligada de todo estímulo a favor de resultados beneficiosos a la economía nacional, servía sólo para satisfacer el interés particular, aspirando el mayor provecho en relación con el capital invertido basándose en precios máximos en perjuicio del consumidor. Actualmente, el Estado dirige las aspiraciones comerciales hacia la utilidad particular en beneficio de la colectividad y como consecuencia favorece a la economía nacional.
A este fin se han destinado una serie de leyes especiales y disposiciones complementarias para la inspección de los precios del ministro nacional de Economía y del comisario del Reich. Las órdenes del comisario son extraordinariamente amplias.
Gracias a estas medidas y a la nueva organización de la economía industrial alemana se ha logrado, desde mediados de 1933, un considerable aumento del comercio.
La estadística oficial del Reich alemán en realidad no puede presentar un cuadro exacto del número de empresas comerciales y de las personas ocupadas en el comercio. Esto se deriva de que el último censo de las empresas, en el cual [Figura 3] están apoyados los resultados de la estadística del Reich, fue ejecutado en 1933. Desde entonces 6 millones de connacionales han sido reincorporados al proceso del trabajo y cinco generaciones de jóvenes entraron a formar parte de la vida profesional, correspondiendo una buena parte al ramo del comercio. Además, como el censo de las empresas industriales fue efectuado con anterioridad a la reconstrucción de la economía alemana, era natural que en tal momento todavía no se hubiesen podido establecer las correspondientes deducciones. Si tomamos como base el censo de 1933 de la economía industrial, el número de asalariados para el grupo del comercio en aquel año se elevó a 3,8 millones, frente a 5,5 millones en el grupo de la industria y 4 millones en el grupo del artesanado. Con respecto al número de las empresas se muestran considerables diferencias entre los resultados obtenidos en el censo de las empresas y el número del grupo comercio, originadas por las mismas causas. Hoy existen en la organización obligatoria del comercio alemán, representada por el grupo del comercio con sus 5 ramas económicas y sus 8 grupos profesionales independientes, más de 1,2 millones de empresarios y su respectivo personal, unidos por la base vinculadora de una conciencia profesional común y al mismo tiempo por iguales aspiraciones en el rendimiento de la economía nacional.

Todos los grupos del comercio han quedado comprendidos desde 1935 en el alza general de las ventas. Esta prosperidad se mostró particularmente ostensible en el comercio al por menor que pasó de 21.800 millones de marcos en el año de 1933 a unos 31.000 millones en el año de 1937; los beneficios de la industria hotelera, que en el año de 1932 había alcanzado su máxima depresión con la cifra de 3.800 millones de marcos han subido en el año de 1937 a 5.200 millones. En el comercio al por menor alemán esto significa un incremento del 45% y en la industria hotelera de 36%, en relación con el nivel más bajo de los años de crisis,
El cálculo del movimiento de capitales en el comercio al por mayor no se puede establecer con la misma exactitud para los años anteriores. Los cálculos aproximados del año de 1933, descontando la importación y la exportación dan la cifra de 23.000 a 25.000 millones de marcos. Se puede suponer que desde aquel año el comercio al por mayor en Alemania ha experimentado un aumento semejante en el volumen de sus cifras de negocios a juzgar por los suministros hechos al comercio al por menor. El volumen de las ventas ha sido más elevado en aquellas ramas del comercio al por mayor proveedoras de la industria y del artesanado, que en aquellas otras proveedoras del comercio al detalle. Teniendo en cuenta todos los factores de la cuestión se puede suponer que el incremento en el comercio interior al por mayor se ha elevado en un 60% de 1933 a 1937, es decir, en cerca de 1/3 más que el aumento en el comercio al detalle. Basándose en cálculos prudentes y escrupulosos se puede suponer que la cifra de negocios del comercio al por mayor en Alemania asciende en el año de 1937 a la suma de unos 40.000 millones de marcos.
Sumando las distintas cantidades que se obtienen en cada uno de los ramos comerciales resulta para el comercio al por mayor, al detalle ambulante e industria hotelera un total de unos 76.000 millones de marcos para el comercio alemán. Esta cifra no debe estimarse exagerada pues en ella no se incluyen las sumas resultantes del comercio de importación y exportación y los servicios de los intermediarios así como los de las empresas de los grupos profesionales autónomos del grupo central Comercio. Por tanto se puede estimar la cifra global del comercio alemán en el año de 1937 en unos 80.000 millones de marcos; un resultado de la economía nacional que se puede poner dignamente al lado de los obtenidos en otros ramos de la vida económica de Alemania.
También en estos últimos años, se han exigido al comercio, dentro de sus posibilidades económicas, importantes sacrificios; pero éste espontáneamente los ha tomado a su cargo y aceptado con gusto aunque para muchos parecían muy duros después de la crisis económica que lo había arruinado. No es así como quizá quisieran opinar quienes se encuentran alejados de los problemas; en realidad, las ganancias líquidas del comercio no corresponden proporcionalmente al alza de las cifras de venta. Pensando en los intereses superiores de la comunidad, el comercio alemán en los últimos años ha renunciado a una parte importante del margen de sus beneficios e incluso ha prestado una contribución esencial —pudiera decirse duplicada— a la rebaja de los precios en numerosos artículos de marca. Y no sólo ha prescindido de este margen de ganancia para promover una reducción en los precios sino que, además, por la rebaja del costo de producción, ha desistido también de su legítimo beneficio líquido.
En muchos casos el aumento de la cifra de negocios no hubiera sido suficiente para compensar los descuentos impuestos por las reducciones de los precios. Sin embargo, se pudo imponer al comercio tal sacrificio porque se sabía que bajo la dirección experta del grupo Comercio y sus organizaciones había aumentado notablemente el rendimiento y con ello podía cumplir plenamente con su obligación respecto a la economía nacional para la racionalización más intensa de la empresa.
En relación con lo anteriormente expresado hágase mención sólo de los trabajos encaminados a la introducción de una contabilidad comercial regular para todas las empresas comerciales, a la instalación de oficinas fiduciarias en conexión con la organización profesional de los agentes fiduciarios de la economía y, por último, a las transacciones de empresas realizadas por medio del comercio. Todos estos trabajos contribuyen al aumento de la capacidad productiva del comercio alemán, del cual la economía nacional tiene más necesidad de la que jamás hubiera tenido en el pasado, ya que en la actualidad se encuentra en el momento de su más potente concentración; en efecto, los vastos proyectos económicos, característicos de la economía nacional del presente, no se terminan con sólo organizar y orientar la producción de mercaderías, sino en verdad se complementan cuando se consumen razonablemente de acuerdo con la finalidad para la cual han sido destinadas.


Política Financiera

Otro punto importante del programa de Adolf Hitler, ya mencionado anteriormente, es el reconocimiento de la propiedad privada. El Estado nacionalsocialista ha sometido también al capital bajo su dirección.
Este principio sirve para fomentar la formación de capital en Alemania ya que es natural que el capitalista no se decida a colocar capital por iniciativa propia en una empresa de interés nacional, a menos que el Estado o la comunidad [Figura 4] le garanticen un beneficio seguro. Así se ha cumplido una condición necesaria para el nuevo Estado: la de hacer efectiva la formación de capital sin lo cual le hubiera sido imposible realizar su grandioso programa socioeconómico y organizar la defensa nacional. Seguramente ha sido un éxito de esta política financiera, el haber logrado unificar el mercado de capitales y dirigir la corriente del dinero para dar cumplimiento a los problemas planteados.
En 1933 el capital ahorrado era muy limitado. Muy malas eran también las circunstancias concernientes a los impuestos. Entre el mercado monetario y el del capital existía una tirantez extraordinaria que exigió mayor efectividad del mercado del capital mediante una reglamentación adecuada del mercado monetario, para animar paulatinamente el poder de sus funciones y consolidar así la confianza de los poseedores de valores en la capacidad de absorción del mercado de capitales.
Una intervención del mercado de capitales privados hubiera eliminado por completo la iniciativa privada, que precisamente se trataba de reanimar. El Estado tuvo que adoptar nuevos métodos para no entorpecer el desarrollo normal y poner en peligro el sistema monetario o el presupuesto nacional. Como ya hemos dicho, el Estado se decidió por una vasta creación de créditos que le hizo posible combatir con éxito el paro forzoso, estimular una amplia coyuntura en el interior del país y llenar los vacíos de capital que existían en la economía. Por esto la política del capital, es decir el sistema monetario, de crédito, bursátil y del ahorro en conjunto, a partir del año de 1933, toma una posición especial en la legislación económica de Alemania.
La importante ley del 5 de Diciembre de 1934 “sobre el crédito” realizó una verdadera reforma bancaria y crediticia y creó al mismo tiempo la base para una política de crédito, sistemática y uniforme, con disposiciones especiales para la reglamentación de las operaciones de las cajas de ahorro dentro de los bancos y para la protección del ahorro público.
La idea central de esta ley es la reunión de todas las fuerzas de la política bancaria y crediticia, la administración económica de los fondos existentes y por ingresar (es decir, evitar los negocios dudosos y restringir los gastos generales, ambos esenciales para rebajar el tipo de interés); la división adecuada del trabajo en el aparato bancario, la supresión de la competencia ilegal e irregular, la garantía de las demandas de crédito de cuantía media y pequeña, la distribución adecuada del crédito por regiones, la limitación severa de los negocios especulativos, la constitución de una reserva líquida en interés de los ahorradores y depositadores de capital y por último una mayor publicidad de los balances de los bancos.
Los institutos bancarios están bajo la vigilancia de una oficina inspectora y de un comisario de bancos subordinado a ésta. La libertad en el comercio bancario queda suprimida. La concesión de créditos, la relación entre el capital propio y las obligaciones generales, la liquidez, la contabilidad, la creación de créditos bancarios y todas las demás operaciones bancarias están bajo la constante inspección y control del organismo competente. Una separación más rigurosa entre los depósitos de cuentas corrientes y los de las cajas de ahorros así como las disposiciones sobre la liquidez que incluyen en la reserva líquida los valores a renta fija pignorables por el Reichsbank, salvan la distancia que existía entre el mercado monetario y el del capital y aseguran un mercado de valores a renta fija, fértil y duradero.
Como complemento de esta ley que acabamos de enunciar, apareció la “ley de stock de empréstitos” en virtud de la cual se determina que las sociedades capitalistas, que, a consecuencia de la reanimación del mercado interior creado por el Estado, procedieran al aumento de los dividendos, no podrán en lo sucesivo repartir sus ganancias en la forma que mejor les parezca, sino que tendrán que depositar en el stock de capital de producción del Banco de Descuento alemán una parte importante de la ganancia, si ésta pasa del 6 u 8%. Este stock de empréstitos será administrado “fiduciariamente” para los socios, sin tocar la propiedad y será repartido entre ellos pasados cuatro años. Con estas medidas el gobierno quiere poner a contribución una parte de las fuerzas sobrantes de las sociedades anónimas, producidas sobre todo por la reanimación del mercado interior, para consolidar así el mercado interior, para consolidar así el mercado de capitales y de este modo llegar a la reducción sistemática del tipo de interés.
Además, en 1934 por una reorganización de la Bolsa, se redujo el número de las bolsas de valores de 21 a 9 dando por resultado mayor concentración de capitales en menor número de bolsas.
Una prueba del restablecimiento de la confianza del ahorrador alemán nos lo ofrece la cifra de más de 16.000 millones de marcos de depósitos en las cajas de ahorros; el empréstito emitido en 1935 por valor de 1.000 millones de marcos fue suscrito en partes iguales por los bancos en el mercado público y por las cajas de ahorros.
Hay que recalcar que todas las cajas de ahorros alemanas han colocado sólo la cantidad de 1.500 millones de marcos en empréstitos del Estado; por el contrario, las cajas de ahorros de otros países —por ejemplo en Francia e Italia— han tomado una participación mucho mayor en los créditos al Estado. Incluso, los cinco bancos mayores de Londres tienen colocados más de 5.000 millones de marcos en valores del Estado inglés. El capital móvil de los ocho bancos alemanes más fuertes alcanza aproximadamente la cifra de unos 7.000 millones de marcos.
Para no cansar al lector haremos caso omiso de las medidas tomadas por el nacionalsocialismo sobre reducción del tipo de interés bancario, sobre los bancos del Estado, sobre las cajas de ahorros y de giros, sobre la liquidación de las mutualidades, etc. Con estas disposiciones se ha dado un paso importante hacia la depuración del mercado de capitales y el restablecimiento de una situación económica sana. A continuación hablaremos de la legislación sobre el régimen de divisas que se puede considerar como un conjunto de medidas que, con relación al mercado exterior, se ha hecho necesario debido a la escasez de existencias de oro y de divisas extranjeras.
Los resultados alcanzados hasta ahora no se deben considerar más que con una etapa en el camino emprendido, pero no se puede negar que el sistema del crédito ha hecho considerables progresos durante el tiempo del primer Plan cuadrienal. Los activos de los institutos de crédito han sido purificados de las escorias de las épocas anteriores. Se ha logrado sustituir las deudas exteriores por depósitos alemanes; se ha visto que la industria bancaria es, lo mismo antes que ahora, imprescindible para el buen funcionamiento del mercado de capitales. Ante todo se ha creado una situación muy clara en las relaciones entre el Estado y el crédito. Por último, los rudos antagonismos que antes existían entre las diversas partes de la industria del crédito, han sido eliminados gracias a la actividad conciliadora del comisario y del grupo superior de Banca.


El Comercio Exterior

Alemania ha sido en todos los tiempos uno de los primeros países exportadores del mundo, sobre todo de productos manufacturados. El comercio alemán de exportación de artículos de toda clase, desde máquinas y buques hasta productos químicos, desde motores eléctricos y aparatos de radio hasta mecánica de precisión, desde cintas cinematográficas hasta juguetes para niños, etc., ha dado al Reich gran renombre como proveedor del mundo.

La crisis mundial, los monstruosos pagos por concepto de reparaciones de guerra y los más diversos obstáculos que el extranjero ha opuesto a la exportación alemana, hicieron que el comercio exterior disminuyera casi un tercio. Una ojeada sobre el cuadro que a continuación sigue y sobre el gráfico que de él se deduce muestra con pavorosa claridad la profunda depresión que el comercio alemán ha experimentado desde el comienzo de la crisis mundial.

Comercio exterior alemán (salvo el oro y la plata) en millones de marcos
Año
Importación
Exportación
Excedente
Total
Comesti-bles
Materias primas
Productos manufac-turados
Total
Comesti-bles
Materias primas
Productos manufac-turados
1928
14.001
4.333
7.218
2.450
12.276
642
2.750
8.884
- 1.725
1929
13.447
3.973
7.205
2.269
13.483
724
2.926
9.833
+ 36
1930
10.393
3.087
5.508
1.798
12.036
548
2.450
9.038
+ 1.643
1931
6.727
2.024
3.478
1.252
9.599
406
1.813
7.380
+ 2.872
1932
4.667
1.528
2.412
727
5.739
218
1.032
4.489
+ 1.072
1933
4.204
1.113
2.421
670
4.871
181
903
3.787
+ 667
1934
4.451
1.100
2.600
751
4.167
121
790
3.256
- 284
1935
4.159
996
2.553
564
4.270
75
747
3.418
+ 111
1936
4.218
1.499
2.322
397
4.768
88
878
3.802
+ 550
1937
5.468
2.045
2.977
397
5.911
88
1.121
4.700
+ 443

[Gráfico 5]

De este cuadro se desprende, entre otras cosas, que mientras en la época anterior a la crisis mundial el valor de la exportación alemana alcanzó en el año de 1928 la enorme cifra de 12.276 millones de marcos y en el año de 1929 la de 9.833 millones, bajó en el tiempo de la toma del poder por el nacionalsocialismo a 4.871 millones y alcanzó en los años siguientes su máxima depresión con la cifra de 4.167 millones de marcos. El excedente de exportación de 1.643 millones en el año de 1930, o el de 2.872 millones en el año de 1931, descendió a 667 millones en el año de 1933 y se transformó en el año de 1934 en un saldo negativo de 284 millones de marcos.
Es su consuelo lamentable que el comercio exterior de otros países industriales acuse aproximadamente el mismo proceso. Alemania, debido a sus deudas exteriores, a su carácter tan marcado de país industrial, a su penuria en oro y divisas disponibles y a la falta de muchas materias primas que necesita para su industria tan desarrollada, se halla en situación especial.
El origen de estas deudas se harto conocido: el Dictado de Versalles. Basándose en el susodicho Convenio de Paz, no sólo se ha despojado casi completamente a Alemania de sus capitales invertidos en el extranjero por valor de unos 25.000 millones de marcos, con los réditos de los cuales pagaba sus excedentes de importación, sino que se ha obligado al Reich a pagar en moneda extranjera las “reparaciones” que se le impusieron.
Una vez que se hizo patente la imposibilidad de transferir estas reparaciones al extranjero en forma de mercancías, Alemania fue declarada capaz de pagar dichas reparaciones por el Plan Dawes y más tarde por el Plan Young. Se emprendió el fatal camino de contratar, con bancos y particulares extranjeros, empréstitos y créditos por un valor de 27.000 millones de marcos cuyo producto en divisas fue destinado en gran parte al pago de las reparaciones.
Como el presidente de entonces del Reichsbank, Dr. Schacht, declaró el 30 de Agosto de 1934 en la Conferencia Internacional de Economía agraria en Bad Eilsen, el contra valor del marco redundó en beneficio de las empresas económicas alemanas que habían recibido los créditos extranjeros e incluso las divisas fluyeron pasajeramente al Reichsbank; pero del otro lado, el gobierno sacó de nuevo de la comunidad el importe de las reparaciones, por medio de impuestos y otras medidas similares con lo cual compró al Reichsbank las cantidades de divisas necesarias para transferirlas a las potencias beneficiadas por las reparaciones.
La llamada memoria Layton de la Conferencia Internacional de Basilea de 1931 comprobó, con las cifras a la mano, de manera inequívoca, que Alemania, en los años que han seguido al Plan Dawes, no ha obtenido superávit alguno en su balanza comercial, con el cual le hubiera sido posible atender a sus pagos de reparaciones. Los gobiernos aliados han recibido hasta fines de 1931, por el concepto de reparaciones acumuladas, la cantidad de 10.300 millones de marcos que en el fondo han pagado sus propios ciudadanos y los de los Estados neutrales. Visto desde el punto de vista de la deuda exterior alemana hay que añadir a la suma, mencionada en la memoria Layton, otros 5.000 millones de marcos que se componen de las cargas por reparaciones desde principios de 1931 y de los intereses de los pagos por reparaciones hechos con dinero prestado. Alemania por tanto, solamente por el concepto de reparaciones, ha contraído una deuda de más de 15.000 millones de marcos con los capitalistas extranjeros.
Este sistema tan absurdo como irresponsable tenía que fracasar tan pronto como el extranjero suspendiera la concesión de nuevos créditos. El mismo Plan Dawes había expresado claramente que las deudas internacionales sólo podrían ser amortizadas por medio de mercancías o de servicios y que las operaciones de crédito internacional servirían en efecto para ocultar por algún tiempo el cumplimiento de las deudas pero no para su eliminación definitiva.
La situación se hizo aún más peligrosa debido a que la participación de los créditos a corto plazo en la deuda total crecía continuamente, sobre todo cuando a raíz de la quiebra bursátil norteamericana de Octubre de 1929 se hizo más difícil la colocación de empréstitos a largo plazo.
En el verano de 1931 los créditos a corto plazo fueron retirados en masa, con el resultado de que el sistema internacional de crédito impuesto por las reparaciones de deshizo como un castillo de naipes sepultando consigo el disparatado tinglado de las reparaciones. El terrible golpe que le fue asestado al edificio del crédito alemán durante el año de 1931 y sobre todo en el mes de Julio está aún fresco en la memoria de todos: cierre temporal de los bancos y bolsas, garantía del Reich al Danatbank y ayuda al Dresdnerbank, redescuento del 15% del Reichsbank, control riguroso de divisas, moratoria, suspensión de pagos de numerosos bancos, emigración de capitales por valor de ¡4.900 millones de marcos!
Si bien algunos políticos de diferentes naciones intentaron salvar la situación, no consiguieron encontrar el apoyo necesario para resolver la crisis por el camino de una colaboración internacional. La suerte estaba echada.
La memoria de la Comisión especial consultiva del Banco Internacional de Pagos de Basilea, de fecha 23 de Diciembre de 1931, contiene la siguiente afirmación: “Todos los países han sufrido grandes trastornos a consecuencia de la crisis de crédito de este verano, pero en Alemania sus efectos han sido desoladores”. Y más adelante: “Las cargas tributarias en Alemania son tan enormes que no es posible aumentarlas más”. Así se vio obligado todo el mundo a deducir las consecuencias de la nueva situación, a concertar en Enero de 1932 el “Convenio de crédito alemán” y algunos meses más tarde, en Lausana, a derogar el pago de las reparaciones.
Las deudas extranjeras, como queda mencionado, fueron la consecuencia de la política de las reparaciones y de la equivocada colocación de créditos y siguieron invariables a fines de 1930 con un importe superior a 25.000 millones de marcos, de los cuales alrededor de 15.000 millones eran a corto plazo. Actualmente estas deudas ascienden a 11.000 millones, es decir, a algo menos que las reparaciones pagadas desde el Plan Dawes, incluidos los intereses correspondientes. A pesar de las enormes dificultades que el extranjero ha impuesto al comercio exterior alemán, el Reich, en el curso de 6 años, no sólo pudo mantener el pago de los intereses por valor de varios millones de marcos al año, sino además reembolsó más de 8.000 millones de las deudas originales que a raíz de la toma del poder por el nacionalsocialismo importaban unos 20.000 millones de marcos. Desde luego hay que anotar que la reducción de 4.000 millones ha sido debida a la desvalorización de algunas monedas extranjeras.
Alemania no ha retirado su firma con la cual contrajo estos compromisos. El Dr. Schacht, ha repetido a menudo que Alemania se esforzará siempre (mientras esto sea posible, es decir, en tanto lo permitan las reservas de divisas del Banco) en satisfacer los créditos existentes. “No queremos olvidar —dijo en su discurso pronunciado en Königsberg el 18 de Agosto de 1935— que nuestros acreedores extranjeros no son los gobiernos, sino millares de ciudadanos de esos países los que nos han prestado sus ahorros.”

Por lo que antecede, no debe extrañar que las reservas de oro y divisas del Reichsbank hayan disminuido a una suma tan insignificante.
Tales reservas importaban, a fines de 1931, 1.156 millones de marcos y esto después que la crisis bancaria había ocasionado una reducción de más de 3.000 millones de marcos; en el curso del siguiente año disminuyeron estas reservas a 920 millones. A fines de 1933 llegaron a un nivel de 395 millones de marcos, a pesar de un ingreso de divisas por importe de 100 millones de marcos, realizado en virtud de la ley “contra la traición a la economía alemana” de Julio de 1933.
La política de procuración de trabajo del gobierno nacionalsocialista ha tenido como consecuencia un aumento de las importaciones de materias primas; desde el punto de vista de las divisas esto tiene una importancia especial ya que los precios de aquellas mostraron en el invierno de 1933/34 una tendencia al alza. Este aumento de las importaciones junto con las dificultades cada vez más agudas que encontraba a su paso la exportación alemana, hizo que la balanza comercial alemana que en 1933 señalaba un saldo favorable de 667 millones de marcos se convirtiera en un saldo pasivo de 284 millones en el año de 1934. Este saldo negativo, los scrips (abreviatura que significa: obligaciones de la caja de conversión de las deudas exteriores alemanas) así como las demás obligaciones de capitales hicieron disminuir rápidamente las reservas de oro y divisas del Reichsbank, de forma que a fines de Marzo de 1934 éstas importaban 245 millones de marcos y a fines de Junio llegaban solamente a 77 millones.
Tan pronto como pudo darse cuenta de este alarmante estado de cosas, el Reichsbank a principios de Marzo de 1934 tomó las medidas adecuadas para contrarrestarlo. El contingente de importación de divisas que desde Mayo de 1932 hasta Febrero de 1934 había permanecido inalterable en el nivel de 50% de los años de 1930 y 1931, se redujo al 45% en Marzo de 1934, al 35% en Abril, al 25% en Mayo, al 10% en Junio y al 5% en Julio del mismo año. Además, en virtud de la ley “sobre el comercio de materias primas y mercancías semimanufacturadas extranjeras”, de fecha 21 de Marzo de 1934, se dictó la prohibición temporal de importar materias primas importantes. Las oficinas de control tenían a su cargo de moderar la adquisición de materias primas.
Estas medidas no produjeron sin embargo el resultado esperado, en parte porque había que cumplir con los contratos ya concertados en meses anteriores que obligaban a la aceptación ulterior de mercancías, en parte también porque, mediante el convenio de pagos llamado de la “cláusula de Suecia”, las cuentas especiales de los bancos emisores extranjeros abiertas en el Reichsbank hacían ineficaces estas mismas medidas. A fines de Junio el Reichsbank se vio obligado a recurrir a un expediente de carácter transitorio: el reparto de divisas, limitando su entrega diaria al monto de su ingreso. Las solicitudes para la adquisición de divisas eran atendidas según su grado de urgencia repartiéndolas en proporción a las que ingresaban diariamente.
El Reichsbank pudo de este modo detener el retroceso ulterior de las existencias de oro y divisas que había descendido a 75 millones. Sin embargo, como por este medio sólo regulaba el pago pero no limitaba la importación efectiva, surgieron numerosas deudas comerciales cuya fecha de vencimiento había pasado ya, aumentándose cada vez en mayores proporciones y amenazando arruinar el crédito de los exportadores alemanes con el resultado de que la importación a tres meses vista se substituyera con más frecuencia por la efectuada al contado. Durante el mes de Julio de 1934 fueron creciendo las dificultades en relación con el reparto de divisas por lo que se hacía inevitable una reglamentación definitiva de la importación global conforme a normas uniformes.
El presidente del Reichsbank, Dr. Schacht, que a fines de Julio fue encargado del Ministerio de Economía, en su discurso pronunciado en la velada de la prensa en la Feria de Otoño de Leipzig, el 26 de Agosto de 1934, anunció la implantación del sistema de leyes y disposiciones que se conoce bajo el nombre de “Plan nuevo”. Este sistema, con su ordenación clara y concluyente, regula aún en la actualidad y con gran éxito el comercio exterior de Alemania.
“El principio supremo de toda concepción comercial —decía el Dr. Schacht— debe ser y será el no contraer obligación alguna de cuyo cumplimiento no se esté seguro; durante largo tiempo la política ha amenazado estas reglas comerciales. Estoy firmemente decidido a terminar con este estado de cosas y confío en la comprensión de todos los sectores económicos del mundo. No nos queda más que un solo camino recto y este es el de hacer concordar nuestra importación con nuestras posibilidades de pago.”
El nuevo plan creado en Septiembre de 1934 persigue, como se ve, restablecer en la economía el principio del comerciante honrado de no comprar más que lo que pueda pagar, y al mismo tiempo ejercer una influencia en el sentido que los alemanes compren en primer lugar lo que sea absolutamente necesario para Alemania. No es necesario que el pago se haga en efectivo; también se puede hacer, como en las operaciones de compensación, una especie de trueque de mercancía contra mercancía. En todo caso, el plan Schacht impide que se efectúen compras y se importen mercancías para las cuales no haya posibilidad alguna de pago o en las que no se tenga asegurada la contrapartida.
Con objeto de tener un control permanente sobre la efectividad del plan y una clara idea de conjunto sobre el desarrollo de la situación del comercio alemán y de su tráfico de mercancías con el extranjero y, además, para poder distribuir metódicamente las mercancías en el mercado interior, se organizaron 27 oficinas de inspección para todos aquellos productos que estaban en relación con la exportación. Con esto se ha conseguido una vigilancia perfecta de la importación que pone a Alemania en condiciones de pagar sus compras en el extranjero, ante todo a sus clientes (es decir, a los compradores de productos manufacturados alemanes).
Un jefe del Ministerio de Economía, director del Reichsbank Karl Blessing, ha caracterizado el Plan Nuevo del modo siguiente:

El Plan Nuevo persigue como finalidad inmediata armonizar nuestra importación con las posibilidades de pago y como finalidad lejana organizar y desarrollar nuestra balanza comercial de tal manera que se puedan satisfacer nuestras necesidades vitales de importación y atender a nuestras obligaciones restantes. Cuanto más nos ayuden nuestros países acreedores tanto mayor será la posibilidad de pagar nuestras deudas.

Este sistema representa en efecto una medida que limita la libertad de las casas comerciales; el mismo Dr. Schacht considera este plan como algo “monstruoso” porque por él se vuelve a los más primitivos caminos comerciales: a cambiar perlas de vidrio por marfil, como era costumbre hace 80 ó 100 años en África central. Mas, sin este procedimiento no le hubiera sido posible a Alemania salir adelante.
El objetivo de la política comercial alemana, de sólo comprar en el extranjero aquellos productos de imprescindible necesidad vital, no se ha alcanzado en su totalidad, debido a la naturaleza misma del comercio exterior. Los proveedores extranjeros se ven obligados a veces a vender, además de los productos importantes para Alemania, aquellos otros a los cuales ésta podría renunciar sin pena. Así, por ejemplo, Brasil sólo suministra algodón a los compradores de su café; Chile sólo entrega cobre a los que adquieren salitre. A pesar de estas dificultades se ha logrado adaptar ampliamente la estructura de la importación alemana a las necesidades vitales de la economía nacional. Del mismo modo ha quedado eliminado definitivamente el saldo desfavorable del comercio exterior de Alemania, del año de 1934. En el año de 1935 la exportación alemana superaba ya a la importación en 111 millones de marcos; en el año de 1936 se alcanzó un superávit de 550 millones y en 1937 de 443 millones de marcos.

El nuevo plan se puede considerar como un éxito de la política económica de Alemania. Este éxito se puede resumir en los cuatro puntos principales, siguientes:
1º La aportación de capital para llevar a cabo el enorme programa de procuración de trabajo y de rearme por sus propias fuerzas sin que se produjera alteración alguna en el mercado monetario o en el valor de la moneda.
2º Cancelación de 8.000 millones de marcos de deudas extranjeras. En efecto, se ha logrado llegar a una inteligencia con los países extranjeros en la cuestión de las deudas. La conservación de la paridad del oro de la moneda alemana ha contribuido al mismo tiempo a que Alemania pudiera beneficiarse en la reducción de sus deudas de todas las ventajas de la desvalorización de las monedas de los otros países.
3º El nuevo plan ha hecho posible el aumento de pedidos de materias primas y productos semimanufacturados y asimismo la disminución al mínimo del importe de productos manufacturados. Además, con esto se creó la posibilidad de entrar en competencia con el extranjero aún en aquellos mercados en que el fabricante extranjero parecía haber conseguido una gran ventaja en los precios gracias al dumping monetario.
4º Estabilidad en la paridad monetaria.

Este último punto merece ser objeto de un detenido estudio porque no ha sido obra muy fácil para Alemania mantener el curso del marco a la altura debida, a pesar de la desvalorización monetaria en otras naciones grandes y pequeñas y de ciertas corrientes de opinión en los centros económicos alemanes a favor de una desvalorización del marco, según las cuales se favorecería al comercio exterior, tan necesario al Tercer Reich.
El presidente del Reichsbank y ministro delegado de Economía no dio jamás la más mínima posibilidad para que esta esperanza pudiera realizarse. Ya el 22 de Febrero de 1934, con motivo de un discurso ante la Federación nacional de banqueros dijo:

Señores: ustedes saben que a mí me gusta hablar claro. Por tanto quiero expresar aquí, abiertamente, que me es harto conocido el criterio de ciertos grupos de exportadores, según el cual no se puede mantener la exportación sin desvalorizar el marco. Estoy tan convencido de que en interés de la procuración de trabajo no sólo es necesario sostener la exportación alemana, sino que es necesario aumentarla, que yo no dejo pasar la menor ocasión para hacer notar que además de atender el mercado interior no se debe descuidar tampoco la exportación... No obstante, no puedo suscribirme a la idea de proceder a una desvalorización del marco. Las razones para ello son las siguientes:
1º La exportación alemana se basa en su mayor parte en la elaboración de las materias primas extranjeras que sufrirían un inmediato encarecimiento si se desvalorizara el marco. En esto reside la diferencia fundamental respecto a Inglaterra que produce sus materias primas, casi sin excepción, en su propio imperio (Lo mismo puede decirse respecto a Estados Unidos que también son casi autárquicos en materias primas. Observación del autor).
2º El gran sacrificio de la desvalorización del marco sería de muy poco provecho, porque la contracción del comercio mundial, que se basa en otros principios completamente distintos, no sería aliviada de esta forma por nosotros y nuestra participación en el mismo no podría aumentar sobre el nivel actual, debido a que tanto Estados Unidos como Inglaterra no han estabilizado en definitiva sus monedas respectivas y responderían inmediatamente con una nueva desvalorización.
3º Aún existen otros medios para hacer frente al dumping monetario de otros países sin tener necesidad de reducir el valor del marco. El sistema de la exportación adicional contra el pago de marcos bloqueados, bonos extranjeros y scrips, organizado por nosotros, nos permite resarcirnos de cierta parte de lo que nos quita la desvalorización inglesa y estadounidense. Este sistema es todavía muy susceptible de un desarrollo progresivo y en este sentido haremos todo lo que podamos, sobre todo una vez que los acreedores extranjeros hayan comprendido por fin la justificada necesidad de este sistema.
Para terminar quiero hacer constar expresamente que la voluntad del gobierno de conservar el poder adquisitivo al obrero y al pequeño ahorrador no ha sido quebrantada en lo más mínimo y que por lo tanto no se puede hablar de una desvalorización del marco.

A estas razones tan claramente expuestas se puede añadir todavía que una desvalorización habría sido equivalente a un aumento en las cargas de las deudas al extranjero, ya que éstas en su mayoría están estipuladas en divisas. La ventaja obtenida por Alemania en la reducción de sus deudas a consecuencia de la desvalorización de las otras monedas habría desaparecido totalmente. Por otra parte existiría el peligro de que las exportaciones, actualmente posibles, tendrían que ser ofrecidas a un precio más barato que hasta el presente, de modo tal que, expresado en moneda extranjera, aparecería en primer lugar una reducción del producto de la exportación que, por de pronto, tendría que ser compensado por un aumento de ésta. En tanto que sólo se realizara un aumento en la cantidad y no en la calidad no se conseguiría ventaja alguna sino, al contrario, una desventaja en relación con el estado actual, puesto que el contingente de materias primas incluido en las cantidades aumentadas de exportación tendría que ser pagado en moneda extranjera.
Por último, una desvalorización de la moneda en un país como Alemania, ya acostumbrado a la inflación, tendría sin duda alguna repercusiones perjudiciales en el aparato crediticio y en el espíritu de ahorro del pueblo. Todos los progresos que se han logrado en el campo del mercado de capitales quedarían anulados de golpe.
El 27 de Septiembre de 1936 el gobierno francés hizo llegar a manos del gobierno del Reich la nota publicada por París, Londres y Washington sobre la desvalorización del franco francés llamando la atención en particular sobre el párrafo en el que se solicitaba la colaboración del resto de las naciones para llevar a cabo la política formulada en dicha nota. El presidente del Reichsbank puso en conocimiento de la opinión pública que el propósito proclamado en la declaración de las tres potencias “de mantener la paz, de favorecer la creación de condiciones que puedan contribuir del modo más conveniente al restablecimiento del orden en las relaciones económicas internacionales y de hacer una política que tenga por nota el desarrollo del bienestar en el mundo y el mejoramiento del nivel de vida de los pueblos” corresponde en todo su contenido al deseo y voluntad que Adolf Hitler ha expresado reiteradamente en sus solemnes declaraciones. El gobierno y el Reichsbank por su parte han llegado a la conclusión de que Alemania no desea aumentar más la inseguridad del comercio internacional, intensificada por las medidas desvalorizadoras del extranjero, ya que Alemania contribuiría como un elemento más de inseguridad en la situación monetaria. “Por lo que concierne a Alemania —declaró el Dr. Schacht— quisiera decir que el sistema del control de divisas, cuyas incomodidades y defectos hemos reconocido en todo momento, no podrá hacerse superfluo por una simple desvalorización. La pesada carga de las deudas resultante de la injusticia de Versalles y las dificultades en procurarnos nuestras materias primas nos obligan a adoptar tal sistema. Solamente la atenuación de las cargas que sobre nosotros pesan podrá hacer innecesario el régimen alemán de divisas. De la solución de esta cuestión depende no solamente el bienestar económico de Alemania sino el de todos los países interesados en la capacidad de absorción de un mercado de 80 millones de almas.”
Estas palabras no hacen más que confirmar el programa del gobierno nacionalsocialista a su advenimiento al poder: ¡Nada de experimentos monetarios!


La Nueva Dirección de la Economía

El 27 de Noviembre de 1937 el Führer relevó al Dr. Schacht accediendo a la petición de éste, de su cargo de ministro de Economía. El Dr. Schacht continuó siendo presidente del directorio del Reichsbank. Al mismo tiempo, en consideración a que debía continuar como consejero personal del Führer fue nombrado ministro sin cartera. En una carta personal del Führer y canciller al Dr. Schacht se expresa el agradecimiento por los servicios extraordinarios que éste ha prestado, y que se han tenido en cuenta las razones que le han impulsado para pedir el ser relevado de su cargo. Tales razones son la consecuencia de la organización del Plan cuadrienal que hizo necesaria la fusión de éste con el Ministerio de Economía. El retiro del ministerio del Dr. Schacht se acepta en la firme esperanza de que seguirá sirviendo en su calidad de presidente del Reichsbank lo mismo al pueblo que al Führer y que durante muchos años prestará su saber y su capacidad junto con su incansable dinamismo al servicio del interés general.
Con fecha 15 de Enero de 1938 fue nombrado ministro de Economía el Sr. Walter Funk, que hasta entonces había ejercido el cargo de subsecretario en el Ministerio de Propaganda y jefe de prensa del gobierno. Mientras tomaba posesión, quedó encargado de los asuntos del ministerio el delegado del Plan cuadrienal, mariscal Göring.
Con este motivo, el mariscal Göring declaró, entre otras cosas, que el hacerse cargo él del ministerio, durante las seis semanas próximas, lo consideraba como la fusión y estrecha colaboración de todos los servicios que son necesarios para la realización del Plan cuadrienal. El Führer le ha encargado ejecutar, en el curso de ese tiempo, la unificación del personal y de la organización y tomar aquellas medidas que puedan garantizar la resolución efectiva de los problemas que corresponden al delegado del Plan cuadrienal y al ministro de Economía. En estas seis semanas debe organizarse todo lo que concierne al material y al personal para la perfecta realización de los trabajos del Plan cuadrienal. El Ministerio de Economía será el órgano ejecutivo del Plan cuadrienal.
En efecto, a principios de Febrero de 1938 el Ministerio de Economía fue organizado como sigue: fuera del departamento central existen 5 departamentos principales: I (Industria: materias primas y medio manufacturadas alemanas), director: general Loeb; a este departamento pertenecen 4 negociados: Cuestiones y proyectos generales, Informes técnicos industriales, Química, Combustibles y líquidos). II (Minería, Siderurgia, Energía); director: general von Hanneken; este departamento se divide en 3 negociados: Minería, Siderurgia, Energía. III (Ordenación económica, Comercio, Artesanado); director: consejero de Estado Schmeer, hasta entonces director de la Oficina central para el Plan cuadrienal en el Frente Alemán del Trabajo. Este departamento abarca dos negociados: Organización económica e Inspección industrial. IV (Moneda y Crédito); director: presidente Lange. V (Comercio exterior, Divisas, Exportación); director: mayor retirado von Jagwitz; a este departamento corresponden 3 negociados: Informaciones regionales, Régimen de divisas y Exportación.
Además quedaron subordinados al ministerio: 1º La Oficina central para el Fomento de la Economía (Investigación, Urbanización, Realización del Plan cuadrienal), director: mayor Dr. Ing. Czimatis. La Oficina está dividida en las secciones: Investigación y Desarrollo, Proyectos y Ejecución. 2º La Oficina central para exploración del subsuelo (fusión de los institutos geológicos regionales hasta ahora existentes), presidente con categoría de subsecretario, Ing. Keppler. 3º El Comisariado nacional para el aprovechamiento de material viejo.
Fue nombrado subsecretario del Ministerio de Economía el miembro del Directorio del Reichsbank, Brinkmann, y confirmado en su cargo (para misiones especiales) el subsecretario Posse.
Por medio de esta reforma del Ministerio de Economía se reduce esencialmente la organización del Plan cuadrienal, ya que todas aquellas partes que concuerdan directamente con el trabajo de las secciones especiales existentes en el Ministerio de Economía han sido pasadas a éste.

Con motivo de la toma de posesión del cargo del nuevo ministro de Economía Funk, el 7 de Febrero de 1938, el mariscal Göring pronunció una alocución en la cual hizo constar, entre otras cosas, que la reforma del Ministerio de Economía capacitará en adelante a éste para la realización completa del Plan cuadrienal. Asimismo ha sido necesaria una renovación parcial del personal del ministerio. Es un error suponer que con la reorganización del Ministerio de Economía él (Göring) haya abandonado la dirección del Plan cuadrienal. Por el contrario, como encargado del Plan cuadrienal precisamente se encuentra ahora en mejor situación para dirigirlo de acuerdo con las grandes directrices formuladas por el Führer. Como el Plan cuadrienal plantea además otros problemas que sobrepasan el campo de acción del Ministerio de Economía se ha mantenido también la organización del primero con sus acreditadas instituciones: Comisariado para la fijación de los precios y los grupos: Alimentación, Colocación obrera, Divisas, Transportes, Servicio forestal, etc. Esta organización constituye actualmente, junto con el Ministerio de Economía y con todos los demás negociados competentes, un conjunto unitario bajo la dirección suprema del encargado del Plan cuadrienal.
El ministro de Economía Funk afirmó que ha asumido la parte ejecutiva más importante del Plan cuadrienal confiada al mariscal Göring. Su misión será conquistar la libertad de la economía nacional y asegurar las bases vitales del pueblo alemán. En el primer año del Plan cuadrienal, que ha sido sin duda el más decisivo, se han alcanzado resultados evidentes. En el curso del año de 1937 se han producido en Alemania más del doble de materias primas que en el año de coyuntura 1928/29; el volumen de las exportaciones se ha elevado en un 19% y el de las importaciones en un 18%, lo que prueba una vez más que el Plan cuadrienal no es hostil al comercio de exportación. A continuación el ministro expuso las funciones que incumben a los industriales. Para el desarrollo de la clase patronal es difícil que se presente una oportunidad mejor que la época del plan cuadrienal. Entre la economía pública y la privada no debe existir oposición alguna ya que en todos los tiempos la amplia iniciativa económica del Estado ha proporcionado a la iniciativa privada un impulso poderoso. La economía debe ser protegida contra sus más acérrimos enemigos: ignorantes, denunciantes y burócratas.
La importancia que la economía nacionalsocialista atribuye a la producción, no sólo como medio de lucha contra el paro obrero sino como capital efectivo de la nación, se colige también de la siguiente declaración del Führer ante el Reichstag, el 20 de Febrero de 1938, que representa el programa económico del futuro.

Para nosotros no existe ningún otro camino que el del mayor aumento de nuestro trabajo y en consecuencia el de sus productos. Las exigencias del pueblo alemán están en relación con el alto nivel de vida al cual se ha acostumbrado. Si el resto del mundo estuviese influido sólo por grandes estadistas, en lugar de estarlo por periodistas, debería sentirse agradecido por su influencia. Cuanto mayores sean las exigencias culturales y vitales de un pueblo, tanto mayor será su anhelo de paz. Sólo la paz ofrece la posibilidad de realizar aquellos cometidos capaces de satisfacer las exigencias de un nivel de vida tan elevado. Nuestra situación económica es difícil. Pero ello no es debido a que en Alemania gobierna el nacionalsocialismo, sino a que viven 140 habitantes por kilómetro cuadrado y a que nosotros no contamos con aquellas riquezas naturales y del subsuelo con que cuentan otros pueblos y, sobre todo, porque carecemos de tierra fértil. Si el imperio británico se disolviera súbitamente e Inglaterra se viera obligada a vivir de su propio suelo, entonces quizás enseguida se tendría allí mayor comprensión para las grandes dificultades a las cuales tenemos que hacer frente en el terreno de la economía.
Que Alemania haya conseguido resolver este problema y cómo lo consiguió, es en sí un milagro y un motivo para todos nosotros de sentirnos verdaderamente orgullosos. Cuando un pueblo no dispone de reservas de oro y de divisas, en ninguna forma, y ello no porque ahora rige aquí el nacionalsocialismo sino porque el Estado anterior antinacionalista, democrático-parlamentario, fue saqueado durante 15 años por un mundo sediento de botín y tiene que alimentar a 140 habitantes por kilómetro cuadrado sin poseer una sola parte mínima del complemento colonial que necesita, cuando un pueblo, al que faltan numerosas materias primas y no tiene ni la posibilidad de adquirirlas ni está dispuesto a llevar una existencia de trampa por medio de créditos, cuando un pueblo semejante reduce en cinco años el número de sus obreros parados a la nada, y no sólo mantiene su nivel de vida sino lo mejora aún y todo esto gracias a su propia energía y trabajo; cuando un pueblo lleva a cabo tal milagro, deberían por lo menos callarse todos aquellos que, a pesar de mayores posibilidades económicas, apenas se hallan en situación de solucionar sus propios problemas de trabajo.
Nuestra misión en lo futuro será también de preservar de ilusiones al pueblo alemán. La peor ilusión es sin duda la de creer que se puede gozar de algo que anteriormente no ha sido creado y producido por el trabajo. Con otras palabras: nuestro deber en lo futuro será también el de hacer comprender a todo alemán, tanto al de la ciudad como del campo, que el valor de su trabajo siempre debe ser igual al de su salario. Es decir al labrador sólo puede recibir a cambio de los productos que obtiene de la tierra aquello que el obrero de la ciudad ha alcanzado anteriormente con su trabajo y este último a su vez sólo puede recibir lo que el labrador ha conseguido arrancar del suelo y todos entre sí sólo pueden cambiar aquello que producen: la moneda sólo sirve para desempeñar su papel de mediadora; en sí misma no posee ningún valor propio. Todo marco que se pague de más en Alemania presupone que el trabajo ha sido aumentado por valor de un marco, pues de lo contrario este marco es un simple pedazo de papel desprovisto de todo poder adquisitivo. Sin embargo, nosotros queremos que nuestro marco continúe siendo un papel honrado, una orden de pago por el producto de un trabajo igualmente honrado, realizado por otro. Este trabajo es la verdadera garantía de una moneda, la única y efectiva. ¡Por esta razón hemos sido capaces, sin oro y sin divisas, de mantener el valor del marco alemán y con ello hemos asegurado el valor de nuestros depósitos de caja de ahorros en una época en que aquellos países, que rebosan de oro y de divisas, han tenido que desvalorizar su misma moneda!

El nuevo ministro de Economía, que posee un profundo conocimiento en la materia y que durante largos años ha sido consejero económico del Führer, ha mostrado ya en sus primeras manifestaciones que sus ideas se extienden mucho más allá del campo estrictamente burocrático y que considera con amplia visión los problemas económicos de Alemania dentro del marco de la economía mundial.
Con motivo de la apertura de la Feria de Leipzig, el 7 de Marzo de 1938, Walter Funk pronunció un discurso en el cual indicó que en el extranjero se ha dicho repetidas veces que el progreso de la economía alemana coincide con una coyuntura mundial de carácter general. Desde luego, esto es cierto en gran parte, pero dicha coyuntura ha sido de poco provecho para Alemania porque como consecuencia de las medidas protectoras que ha sido necesario tomar, el comercio exterior se ha perjudicado notablemente. Hay que advertir además que en la segunda mitad del año de 1937 hubo un retroceso general de esta coyuntura y sin embargo la economía alemana no ha sufrido la menor detención en su desarrollo progresivo. Se debe hacer notar que la política económica del nacionalsocialismo concede máxima importancia al aumento del comercio exterior y a la mejora de las condiciones internacionales para los negocios y los pagos. Economistas extranjeros han llegado en sus repetidas investigaciones a la conclusión de que la economía alemana es absolutamente sana y que por su estabilidad está al amparo de toda crisis. Esto se ha conseguido gracias al principio del nacionalsocialismo: la política debe preceder a la economía. Este principio ha impuesto aquellos métodos económicos que tenían por meta la supresión de la insoportable dependencia en la cual se encontraba el país con respecto al extranjero. Ya que Alemania carece de oro y de divisas, como nueva base del bienestar del pueblo se ha creado el trabajo que es más sólido que el oro. Alemania tampoco se ha dejado llevar de experimentos monetarios que no hubieran hecho más que acarrear pérdidas al patrimonio de la nación. El Reichsmark ha guardado siempre su gran prestigio en su calidad de papel moneda. No se ha recurrido tampoco al aumento de las escalas de precios y jornales sino que éstos han permanecido estables.
El ministro trató luego la cuestión de buscar las posibilidades que permitieran formar un nuevo sistema internacional del comercio y del tráfico de capitales, basándose en las experiencias de la posguerra. Es absolutamente posible conseguir por este medio el mejoramiento de las relaciones comerciales internacionales así como un equilibrio económico, sólo tendría que producirse una modificación en las ideas y en los métodos económicos de los Estados que incriminan a los países que hoy todavía mantienen relaciones comerciales con aquellos Estados que fueron obligados a dejar la dirección de su comercio exterior a sus respectivos gobiernos. Alemania debe prestar una atención especial a la exportación de los nuevos materiales en estos momentos en que en el país surge una nueva industria mundial y se crean nuevos materiales que a consecuencia de su excelente calidad y variadas formas de aplicación ofrecen la posibilidad de conquistar el mercado mundial. Gracias al ingente progreso de la economía, Alemania debiera ser un país preferido para colocar en él el capital extranjero.
El hecho de que el comercio de exportación y el tráfico de divisas no sean satisfactorios y sólo se puedan mantener gracias a una reglamentación bajo el control del Estado, encuentra su razón en el problema de la liquidación de deudas y en el colonial, aún no resuelto. Según cálculos de los expertos resulta que Alemania, si recupera las colonias, lograría un ahorro de divisas de 200 millones de marcos que al cabo de los años podría llegar a 500 ó 600 millones. La posesión de colonias representaría además una base supletoria de producción. La perspectiva de recuperar las colonias es una cuestión de honor nacional, ya que el despojo de ellas no está justificado por motivos económicos sino que se impuso como un castigo deshonroso.
Respecto a la cuestión de las deudas extranjeras se puede decir que los empréstitos alemanes garantizados por el Estado muestran una cotización y un tipo de interés que son indignos de Alemania y nocivos a su prestigio. Estas deudas proceden de una época ya pasada en la que se hizo una política exterior con créditos bancarios. Alemania no quiere ni necesita ningún empréstito nacional en el extranjero, pero con respecto a los ya existentes hay que llegar a un acuerdo que considere la situación política económica de Alemania y cree condiciones naturales y estables. Del arreglo de las deudas depende en último término el valor de la moneda alemana en el extranjero y este valor lo mismo que todos los demás valores alemanes deben ser objeto de su nuevo ajuste.
Durante una solemne sesión en el Centro de Comerciantes de Bremen, celebrada el 16 de Junio de 1938, el ministro de Economía, Funk, habló sobre el problema de las deudas políticas. Insistió en que las controversias internacionales de los últimos tiempos muestran un cierto temor a una nueva crisis de la economía mundial. Estados Unidos y Alemania aparecen como los verdaderos polos opuestos; mientras que precisamente Estados Unidos debería ser considerado como un centro de perturbación, en cambio la economía alemana ofrece una resistencia inquebrantable a la irrupción de una nueva crisis. Como ejemplo de la rápida prosperidad de la economía alemana, el ministro citó la producción de acero que en los cinco primeros meses del año de 1938 sobrepasó a los de Estados Unidos (Estados Unidos: 9.180.000 tons; Alemania: 9.200.000 tons). El llamado mercado mundial que tanto conmueve los ánimos significa en general menos de lo que se cree. En el año de 1929 el comercio mundial importó 284.000 millones de marcos; en el año de 1936, 105.000 millones y en el año de 1937, 130.000 millones. Frente a estos números la cifra correspondiente a Alemania habría importado en el año de 1937 la cantidad de 210.000 millones de marcos. El contingente de exportación de Alemania ha ascendido en el año de 1938 al 8,7% del capital nacional, en Estados Unidos al 5,4%, en Inglaterra al 10% y en Francia al 11,4%. Estos datos muestran claramente que las distintas economías nacionales se esfuerzan en liberarse de las influencias del mercado mundial.
El trastorno más fuerte en el mercado mundial ha sido provocado por las deudas políticas. En esta clase de deudas hay que incluir también las reparaciones de guerra que llevaron a Alemania al borde de la ruina. Una deuda política no se convertirá en comercial por el mero hecho de que del lado de los acreedores aparezca el capital privado en vez del Estado. Este carácter que tienen los empréstitos Dawes y Young ha sido combatido constantemente por el nacionalsocialismo. El ministro declaró que el prestigio de la Alemania nacionalsocialista no tolera el estado actual de los empréstitos públicos alemanes en el extranjero. Hay que proceder primero a un reajuste para reducir el tipo de interés injustificado del 7% y 5,5% a un nivel normal. El sistema de las deudas políticas es rechazado en principio por Alemania como antieconómico. Las deudas políticas pueden llegar a ser muy penosas como lo demuestra la historia; no sirven para lograr fin económico alguno sino sólo para conquistar una posición de dominio político.
Un ejemplo, que puede servir de lección, nos lo da el empréstito político concedido en años anteriores a Austria. En una sesión celebrada en Roma por las potencias fiadoras (Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda, Suecia, Dinamarca, Checoslovaquia y Suiza; Italia se retiró) se llegó a la conclusión de que Alemania era la sucesora legal de los tres empréstitos hechos por la Confederación austríaca. Al mismo tiempo el gobierno del Reich fue invitado a reconocer esta sucesión (Los empréstitos son: el de Conversión llamada antes Empréstito de la Sociedad de las Naciones [deuda a fines de 1936: 567,4 millones de chelines austríacos]; empréstito internacional de 1930: 323,6 millones de chelines; empréstito de Lausana de 1933: 245 millones de chelines.). Tales obligaciones, como manifestó el ministro, no existen más. Inglaterra después de la guerra de los boers tampoco ha reconocido las deudas de la República como deudas del Estado inglés y lo mismo ha hecho Estados Unidos después de la guerra civil en cuanto a los empréstitos de los Estados del Sur y Francia después de la ocupación de Madagascar. Por tanto, según esta práctica del derecho internacional, no se puede exigir la aceptación por parte de Alemania de las deudas de la Confederación austríaca.
De aquí que sea necesario aclarar la cuestión de si el actual país de Austria como parte integrante del Reich alemán debe ser considerado como sucesor legal del Estado austríaco de Saint-Germain. El Estado de Austria no ha pasado al Reich sino que ha sido eliminado como tal. El Estado impuesto por el tratado de Saint-Germain ha podido subsistir, menospreciando la voluntad nacional, gracias sólo a la ayuda extranjera, tanto económica como política. Alemania niega con toda energía de los empréstitos concedidos a la Confederación hayan contribuido a la reorganización económica austríaca; por el contrario, no fueron concedidos más que para impedir el Anschluß de Austria al Reich. El resultado económico de esta ayuda financiera del extranjero es tan desolador que los países que han aportado sus capitales no se pueden vanagloriar de ello. La afirmación de que Alemania debe responder del pago de los empréstitos de la Confederación austríaca por haberse hecho cargo del activo de su economía no es admisible, ya que Austria no puede mostrar valor económico alguno que se haya obtenido con dinero extranjero. Por tanto, no existe para el Reich obligación alguna, ni desde el punto de vista del derecho internacional, ni desde el de política económica ni de deber moral, para reconocerse como sucesor legal en los empréstitos de Austria. Sobre el arreglo de las cuestiones económicas referentes a Austria, actualmente se llevan a cabo negociaciones a base de un espíritu conciliador con los Estados garantes, sobre todo con el gobierno inglés, pero conservando el punto de vista fundamental del gobierno del Reich.
Finalmente, el ministro hizo constar que en lugar del crédito internacional, que cada vez pierde más fuerza y prestigio, debe adoptarse el crédito nacional que todo país debe crearse por sí mismo mediante trabajo diligente.

En la manifestación celebrada el 1 de Julio de 1938, en Stettin, por elementos de los círculos de la economía de Pomerania, habló el ministro de Economía Funk sobre las nuevas bases del comercio mundial. Entre otras cosas dijo que Alemania, después de Estados Unidos e Inglaterra, es hoy la tercera nación en importancia en el comercio mundial, aún cuando no posee ni una sola colonia. En cuanto a la producción industrial le corresponde el segundo lugar y Estados Unidos ocupa el primero. Alemania se ve obligada hoy a concertar negociaciones comerciales con varios Estados. Una guerra económica mediante la cual se intentara amenazar a un pueblo de 75 millones acarrearía consecuencias incalculables a la economía mundial. De ahí que se haya manifestado en estas negociaciones de todas las partes una voluntad comprensiva. El ministro se refirió con especialidad a los acuerdos anglo-alemanes que satisfacen plenamente los intereses de ambas partes (incluyendo los empréstitos a Austria, garantizados por Inglaterra, nota del autor). En estas negociaciones se ha concedido la mayor importancia en el cambio de mercancías.
Se impone la necesidad de buscar nuevas bases para el cambio internacional de mercaderías porque las actuales no pueden basarse por más tiempo en el crédito, el oro o la moneda, sino sólo en la producción, las mercaderías y los precios. En cuanto a la situación económica interna de Alemania, el ministro declaró que tiene que ser orientada políticamente, es decir, desde el punto de vista nacionalsocialista. Para la obtención de este fin se impone, como requisito indispensable, que la política económica sea orientada y gobernada según los mismos principios, tanto en el Partido como en el Estado. Desde luego, la dirección gubernativa no debe conducir a burocratizar la economía. A continuación, el ministro anunció el proyecto de descentralización de las funciones del Ministerio de Economía del Reich; estas disposiciones no darían origen a cuerpos complementarios de administración, sino que más bien tareas de la incumbencia de la central deberán pasar a oficinas descentralizadoras.
[1] Seguramente habrán de interesar al lector algunos datos sobre la obtención de la bencina y de la goma artificial (buna).
Para obtener la primera se emplea el procedimiento de la hidrogenación elevada presión, que ha sido ensayada por la I. G. Farbenindustrie A.G. en su fábrica de Oppau y desarrollado en gran escala en Leuna, el que se basa en el hecho de que en el carbón se encuentran los mismos elementos que en los aceites minerales y en la bencina. Si se descompone la bencina químicamente en sus elementos, se ve que está formada por 85 partes de carbono y 15 de hidrógeno. Si, de la misma manera, se someten a la descomposición química las materias primas de las cuales se obtiene actualmente la bencina, tales como el petróleo, el alquitrán, la hulla y el lignito, se ve que también estas materias se componen de carbono e hidrógeno, pero con menor proporción de éste que la bencina y que, además, contiene otros elementos como oxígeno, nitrógeno y azufre que no deben concentrarse en aquella. Para aumentar la cantidad de hidrógeno de las materias primas se someten éstas a la hidrogenación y se eliminan todos los demás elementos dejando solos el carbono y el hidrógeno. Como las moléculas de la bencina son más pequeñas que las de las materias primas, es necesario dividir las moléculas de éstas para obtener la hidrogenación.
Esta división molecular y el paso de la mayor parte de las combinaciones químicas contenidas en el carbón a hidrocarburos líquidos se consiguen por medio de una presión elevada en presencia del hidrógeno. Empleando catalizadores adecuados se obtiene una aceleración y regulación del proceso de hidrogenación (Los catalizadores son sustancias metálicas y no metálicas que permaneciendo inalterables durante todo el proceso químico facilitan las reacciones entre los otros cuerpos).
El método de la hidrogenación comenzó a desarrollarse a mediados del año 1924 en Ludwigshafen-Oppau en el mismo sitio en donde había comenzado también la síntesis de las sales nitrogenadas. En Julio de 1926 se decidió construir una instalación experimental que en un principio había sido proyectada para producir 100.000 toneladas de bencina anuales. Ya en Noviembre del mismo año se comenzó a construir en Leuna una fábrica para la obtención de los hidrocarburos líquidos en gran escala; el 1 de Abril de 1927 comenzó a funcionar ya el primer grupo.
En cuanto a la rentabilidad de este sistema de obtención de bencina artificial y aceites minerales por el tratamiento del carbón se oye a menudo formular la pregunta sobre si Alemania tendrá reserva de carbón suficientes para satisfacer las necesidades que exige tal procedimiento y si los nuevos combustibles se podrán poner a un precio de venta que no signifique una limitación en el desarrollo de las comunicaciones, que en Alemania ha tomado un gran impulso en los últimos años. Esta cuestión es respondida por los peritos con datos numéricos cuyo valor está demostrado por el trabajo de los años que lleva ya en marcha la fábrica de Leuna. Para producir una tonelada de bencina se necesitan veintidós de lignito o cuatro y media de hulla; en Alemania, las reservas comprobadas de lignito son de unos 50.000 millones de toneladas y las de carbón de piedra de más de 100.000 millones de toneladas. La producción anual es de 137 millones de toneladas de lignito y de 140 millones de hulla. Las cantidades de carbón que han sido necesarias hasta ahora para cubrir las necesidades de consumo de aceite mineral en Alemania no pasan de 4 millones de toneladas al año, cantidad, como se ve, relativamente pequeña.
La cuestión del precio se resuelve también de una manera satisfactoria de modo que en el nivel actual de precios para aceites minerales no ha habido necesidad de introducir modificaciones importantes, aun teniendo en cuenta el coste de obtención de la bencina.
La producción de combustibles artificiales en Alemania ha despertado el mayor interés en el extranjero. No hay duda ninguna de que la técnica no sólo ha prestado un gran servicio al pueblo alemán sino también al mundo entero.
Lo mismo se puede decir de la goma sintética Buna.
Alemania no tiene plantación alguna de árboles de caucho y sin embargo lo produce; con cal y carbón prepara su industria una materia artificial que supera en sus propiedades de aplicación a la goma natural.
La I. G. Farbenindustrie se ha presentado con la buna por primera vez ante el público en la exposición internacional de automóviles y motocicletas de Berlín de 1936. La atención de los visitantes de todos los países estaba retenida por las piezas expuestas, por la serie de modelos movibles, por las descripciones esquemáticas y por las vistas de una fábrica de buna. A fines del mismo año estaba ya terminada la primera fase de una instalación capaz para la producción industrial de este nuevo producto. Desde entonces se han conseguido notables avances en la síntesis y producción industrial de la buna.
En la Exposición Internacional de París este producto recibió el Gran Premio, y fue reconocido por el mundo entero como un éxito de la ciencia y técnica alemanas.
El nuevo material se emplea no sólo en las cubiertas sino también como goma blanda y elástica que es también un elemento importante de construcción en el automóvil moderno. Hasta ahora no había sido posible emplear la goma blanda preparada del caucho natural para piezas que hubieran de estar en contacto frecuente con la bencina o el aceite porque quedaba rápidamente destruida por la acción corrosiva de éstos. El Perbunan, que es una clase especial de buna, evita este inconveniente del caucho natural y permite preparar artículos de goma sumamente elásticos y resistentes a la acción de los aceites y carburantes. Además, como en la industria del automóvil es de gran interés disponer de un material elástico que resista al frío y al calor, se consiguen preparar piezas de buna que ofrecen estas cualidades en grado mucho más elevado que el caucho natural.
Los químicos y técnicos han preparado así con el carbón y la cal nacionales, una materia, no solamente de cualidades superiores a la goma natural, sino que reúne en sí misma las ventajas de varios de los tipos de goma preparada con caucho natural. Pero, además, por esta síntesis del caucho se pueden preparar clases especiales que ofrezcan determinadas propiedades. Hasta hoy se encuentran cuatro variedades de buna como resultado final de esta síntesis. Sus nombres son: Buna 85, Buna 115, Buna S (el caucho para cubiertas) y Perbunan (Buna N).
Alemania no dispone de la energía solar de los trópicos, pero con materiales de su propio suelo produce este artículo tan valioso, que tiene aplicación en la construcción de máquinas, en la industria del automóvil, en instalaciones eléctricas, etc. Es el material de trabajo apropiado a nuestra época, empleado para amortiguar el ruido y los golpes y para favorecer la elasticidad en las máquinas y motores; para cintas y bandas de transmisión, tubos de calefacción, rodillos y planchas de prensa; para trajes especiales, delantales, botas y guantes, para juntas; como medio aislador, para cubiertas macizas y neumáticas, etc.
Las ventajas de la goma sintética preparada por la técnica industrial alemana son tales que no sólo ha encontrado aceptación en la industria nacional sino que, además, queda demostrado por el hecho de que ha aumentado en poco tiempo la demanda extranjera de las clases especiales de buna. Esto es una prueba evidente de lo que pueden enriquecer la síntesis y métodos químicos a la economía mundial cuando se trata de material que puede encontrar tan variados campos de aplicación.

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