Werwolf

"Sehen wir uns ins Gesicht. Wir sind Hyperboreer". Nietzsche

Monday, October 30, 2006

La Alemania de Hitler XVI


XVI La Juventud Alemana


El movimiento juvenil, fenómeno de indudable importancia en la historia moderna de Alemania, se inició a fines del siglo pasado, en una época del más profundo materialismo. La educación revestía normas severas y no se manifestaba ninguna disposición de reconocer a la juventud sus derechos naturales y su carácter propio. Esta edad no era considerada entonces que una etapa preparatoria para llegar a ser un buen ciudadano, un buen patriota, y para estar en condiciones, más tarde, de cumplir con los deberes de su profesión. Las ideas reinantes no permitían una comunidad verdadera entre el maestro y el alumno, y los jóvenes, por su parte, veían en el maestro no al guía y consejero, sino solamente al funcionario, cuya única preocupación era cumplir con los reglamentos. Tampoco pudo encontrar la juventud la oportunidad de expansión y desarrollo, conforme a su verdadera naturaleza, dentro de las asociaciones religiosas, sociales y semimilitares, ya que estas estaban constituidas generalmente por personas de mayor edad, que perseguían una finalidad educativa unilateral y un adiestramiento mal interpretado.
Sin embargo, el espíritu combativo de la juventud, que se sentía oprimido y turbado en sus aspiraciones, se iba concretando poco a poco, y el toque de clarín lo dieron algunos renovadores jóvenes y entusiastas, entre ellos Hermann Lietz y el Dr. Gustav Wynecken. Ellos fueron los que fundaron los primeros centros de enseñanza libre en el campo: los institutos de Ilsenburg, Haubinda y Wickersdorf, en los cuales pudo manifestarse el espíritu de la juventud y de la camaradería entre el maestro y el alumno. Casi al mismo tiempo, e independientemente de estas tentativas de reforma escolar, surgió en un barrio suburbano de Berlín, en Steglitz, otro movimiento, el de los “excursionistas” (Wandervögel), que se extendió rápidamente por toda Alemania. En el año 1896, un alumno del instituto, Karl Fischer, reunió a su rededor a algunos compañeros de estudios, todos ellos de genio ardiente, combativo y enemigos de la rutina diaria. Todos los domingos Fischer conducía a sus amigos a Fohlenkoppel, a las praderas que se extienden al sur de Potsdam, algunas veces más lejos, en la Marca de Brandenburgo, y, más tarde, sus excursiones los llevaron hasta los lejanos bosques de Bohemia. Fischer había estudiado profundamente leyendas, costumbres e indumentaria de los antiguos germanos así como la historia de la civilización y de las distintas razas.
Los paseos por los bosques de los alrededores de Berlín y en Bohemia, las noches de vivac en las orillas del Nuthe, las conferencias solemnes bajo el cielo estrellado, las danzas y los cantos antiguos constituían la base del movimiento de los “excursionistas” que, quince años más tarde, al estallar la guerra mundial, contaba con 60.000 afiliados, distribuidos por toda Alemania, ejerciendo una gran influencia en la vida de la juventud en pleno y en su actitud hacia la nación.
Otros grupos constituidos simultáneamente, pretendían implantar las más diversas reformas. Consecuencia de ello fue una disgregación que terminó cuando sus elementos directivos, apóstoles de una nueva época, resolvieron reunirse en la cumbre del Alto Meissner, una montaña situada en las cercanías de Kassel, con objeto de celebrar allí una fiesta adecuada a los gustos y tendencias del nuevo movimiento. De esta reunión surgió la “Juventud Libre Alemana”, gran asociación unificada, que adoptó como principio fundamental organizar su vida a libre albedrío asumiendo la responsabilidad consiguiente y con la firme resolución de defender su libertad en todas las circunstancias.
La guerra suscitó gran desconcierto en sus filas poniéndose ello especialmente en evidencia durante los años de la revolución 1918/19. Tanto fue así, que muchos de los partidarios del movimiento de la “Juventud Libre Alemana” pertenecientes al proletariado, luchaban en favor de la revolución, mientras otros lo hacían en las filas de las milicias voluntarias, para combatir a los “anarco espartaquistas”, viendo en la victoria del bolchevismo un peligro inminente para la patria y la raza alemana. Una tentativa de reconciliación y de concordia, iniciada en Abril de 1919 en Jena, fracasó por completo. — Los años siguientes ofrecen una decadencia en todos los sectores juveniles, incluso entre, los “excursionistas”.

Los jefes actuales de la juventud nacionalsocialista, no niegan los méritos que en su tiempo se acreditaran los “excursionistas” de Karl Fischer. El jefe de la Juventud del Reich, Baldur von Schirach, escribe a este propósito en su libro titulado “La Juventud Hitleriana”, que aquel movimiento tenía en aquel entonces la misma razón de ser, que la tiene hoy la Juventud Hitleriana. Las ideas y normas de conducta del movimiento de la “Juventud Libre Alemana”, han creado las bases fundamentales, sobre las que se apoya también la Juventud Hitleriana, como, por ejemplo, el principio de la dirección autónoma de la juventud, el antagonismo hacia los conceptos anticuados de la burguesía, y la estima hacia la tradición nacional, el compañerismo, etc.
Y no obstante, aquel primer paso dado en público, la reunión de Octubre de 1913 celebrada en la cumbre del Alto Meissner, resultó ser sólo un primer impulso. Lo que la juventud actual busca en los antiguos informes de aquella reunión, tan importante para el movimiento de la juventud, es la voluntad decisiva hacia la forma y la organización. Los precursores tuvieron la valentía de exponerse a las burlas públicas, lo mismo que diez años más tarde hubieran de soportar impávidamente los combatientes del nacionalsocialismo.
La Juventud Hitleriana heredó del antiguo movimiento alguna que otra forma exterior, pero la substancia y el espíritu lo ha recibido de Adolf Hitler.
“El que de, golpe un pueblo se levantara en armas —dice Baldur von Schirach— y que católicos y protestantes, mendigos y millonarios, labradores y empleados de oficina, comerciantes y obreros, todos obedecieran a una sola voluntad y no fueran más que alemanes y sólo alemanes, fue lo que nos ha impulsado al movimiento. De nada valieron títulos, ni privilegios de casta, u otra prerrogativa cualquiera. ¡Y ello es lo que nosotros queremos también..! De nuevo resurge en Alemania una juventud que nada quiere saber de lucros, ni de egoísmos, sino que se halla dispuesta a servir a la comunidad y está pronta al sacrificio a favor de la misma. Tal es el ideal de la Juventud Hitleriana. ¡Un compañerismo entre todos los alemanes que nada desean para sí pero todo para todos! Porque nada quieren para sí, todo lo pueden para su gran pueblo. No es una juventud investida de nuevos derechos, sino una generación educada en el más severo espíritu del cumplimiento del deber”.


Desarrollo del Movimiento de la Juventud Hitleriana (HJ)

El creador de este movimiento fue el estudiante Kurt Gruber, quien, en el año 1926, utilizando como punto de reunión un sótano, en Plauen, organizó un gran número de grupos juveniles en Sajonia. Gracias a la actividad del actual jefe regional, Rudolf Engels, surgieron también rápidamente en Franconia numerosos grupos de la Juventud Hitleriana.
Gruber en aquellos tiempos de cruenta lucha dedicó todas sus fuerzas a consolidar y fomentar el movimiento de la juventud. Sus tentativas se vieron coronadas del éxito: los afiliados de la HJ aumentaban en igual proporción, el mismo movimiento nacionalsocialista. En el Congreso del Partido en 1929 Gruber pudo desfilar ante su Führer a la cabeza de 2.000 jóvenes hitlerianos, y este fue el espectáculo más emocionante de aquella manifestación.
Entre tanto, el Dr. Wilhelm Tempel había fundado la Unión de Estudiantes Universitarios Nacionalsocialistas, cuya dirección pasó más tarde a manos de Baldur von Schirach. Posteriormente nació la Liga de Estudiantes de Bachillerato Nacionalsocialistas, bajo la presidencia del Dr. von Renteln.
Por motivos de salud y por exceso de trabajo, Gruber tuvo que retirarse en 1931. El Führer nombró en su lugar a Baldur von Schirach Jefe Nacional de las Juventudes del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista. A consecuencia de su actividad incansable, el nuevo jefe de la Juventud Hitleriana fue objeto de continuas persecuciones por parte de las autoridades, sufriendo así mismo una encarcelación transitoria. Algún tiempo más tarde el ministro del Interior, Gröner, decretó la suspensión de la HJ, como también la de las secciones de asalto (SA). La consigna que recibieron entonces de sus jefes fue la de continuar la obra de manera inadvertida y disimulada, sin lucir uniformes ni insignias. Durante este tiempo, la HJ adquirió sus afiliados más valiosos. Por millares acudían de las escuelas y de las fábricas a enrolarse bajo las banderas negras de la HJ. Baldur von Schirach y sus jóvenes adeptos se hallaban a la sazón en peligro constante y bajo la amenaza continua de ser detenidos y registrados sus domicilios.
Al ser nombrado el Dr. von Renteln asesor en cuestiones económicas en la dirección del Partido, Schirach tomó también a su cargo, de acuerdo con aquél, la dirección de la Liga de Estudiantes de Bachillerato. A mediados de 1932 una vez que el decreto de suspensión quedara abolido, von Schirach concibió el atrevido plan, de convocar en Potsdam a toda la Juventud Hitleriana de uniforme. Con ardor febril se dio comienzo a la construcción de un grandioso campamento de vivac para 100.000 miembros de la HJ. Los gastos originados fueron cubiertos con, la venta de insignias conmemorativas. En la noche del 1 de Octubre se celebró en el estadio de Potsdam la primera asamblea de la Juventud Hitleriana, en la que habló Adolf Hitler. Al día siguiente tuvo lugar un desfile de la juventud que duró siete horas y media, espectáculo impresionante, del que pudo concluirse sin equívocos que si, en efecto, el gobierno de Weimar poseía las bayonetas, el Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista tenía la juventud de su lado.
La enorme fuerza impulsiva de esta demostración reposaba sobre todo en un hecho que todavía hoy es el orgullo de la HJ y de su jefe: La juventud obrera, por cuya conquista se había luchado incansablemente durante muchos años se hallaba en sus filas. Todavía hoy la gran mayoría de la HJ está integrada por jóvenes obreros. La estadística profesional de la dirección de la HJ demuestra asimismo que un 70% de los puestos directivos del movimiento de la juventud nacionalsocialista están ocupados por muchachos oriundos de las esferas más modestas. Ello fue un verdadero triunfo de la Juventud Nacionalsocialista. Ya antes de la toma del poder, la mayoría de la juventud de los grandes centros industriales del Oeste y centro de Alemania, estaba incorporada a la Juventud Hitleriana. La fuerza del marxismo quedó quebrantada, y con ello cesó su derecho de proclamarse representante de la clase obrera.

La HJ aprovechó el invierno 1932/33 para celebrar numerosas manifestaciones públicas que tuvieron como resultado inmediato la afluencia de miles de afiliados nuevos a sus filas. El 30 de Enero de 1933 llegó el Partido al poder. En vista de que el nuevo gobierno se hallaba agobiado de numerosas tareas, la dirección de la HJ decidió tomar por sí misma la iniciativa y fusionarse con las demás organizaciones juveniles existentes, en particular con el Comité nacional de las asociaciones de las juventudes alemanas. En tales asociaciones y gozando de los mismos derechos, se hallaban todas las organizaciones juveniles alemanas, marxistas, religiosas etc., esforzándose en demostrar en discusiones interminables, su derecho de existencia. Su jefe el general Vogt, dándose cuenta de la situación, se declaró dispuesto a colaborar con Baldur von Schirach.
La incorporación del comité nacional facilitó notablemente la unificación de las distintas organizaciones y ligas, a pesar de no haber sido llevado a cabo sin alguna resistencia, especialmente por parte de la Unión de la juventud de la Gran Alemania, que era dirigida por el célebre almirante von Trotha. El nombramiento de von Schirach como Jefe Nacional de la Juventud del Reich hizo posible la disolución de la citada Unión. El almirante von Trotha con generosidad que le honra, se puso incondicionalmente al servicio del movimiento de la Juventud de Adolf Hitler, como jefe honorario de la HJ marina. Después siguió la incorporación del “Scharnhorst”, de la juventud de los Cascos de Acero y otras organizaciones menos importantes, de manera que del millón de HJ, que había en 30 de Enero de 1933, se pasó bien pronto a tres millones de afiliados. Solamente quedaban subsistentes, con carácter independiente, las dos grandes asociaciones religiosas de las juventudes evangélica y católica.
En la entrevista celebrada entre el obispo luterano del Reich, Ludwig Müller, recientemente nombrado, y el Jefe Nacional de las juventudes, que tuvo lugar en los últimos días del año 1933, se convino, que ninguna organización de la juventud evangélica debía subsistir en su estructura primitiva, —esto se refería a aquellas asociaciones que tuvieran una injerencia en la esfera de actividad de la Juventud Hitleriana. Los grupos evangélicos les fueron habilitados en su continuidad como comunidad espiritual, siempre que se desenvolvieran dentro de la esfera que les es propia, o sea, en las prácticas religiosas del culto evangélico. En un determinado día de la semana, la HJ había de conceder asueto a sus miembros evangélicos, para que estos pudieran atender a sus deberes religiosos. A base de este convenio, la juventud evangélica fue incorporada a la HJ. Según el criterio de von Schirach, tal acuerdo hubiera podido constituir un punto de referencia para una inteligencia futura con las asociaciones de la juventud católica.

El 1. de Diciembre de 1936, el gobierno del Reich promulgó la ley sobre la “Juventud Hitleriana”, según la cual toda la juventud alemana, dentro de los confines del Reich, queda comprendida en la HJ. Los jóvenes, además de la educación que reciben en casa de los padres y en la escuela, serían educados en la HJ tanto física, como intelectual y moralmente, conforme a los preceptos del espíritu nacionalsocialista, para servir así mejor al pueblo y a la comunidad nacional. La misión de la educación pasaría a manos del Jefe Nacional de la Juventud del Partido Alemán Nacionalsocialista. De esta forma, el jefe de la juventud del Reich alemán asume las funciones de una autoridad superior del Reich con residencia en Berlín, y está subordinado directamente al Führer y Canciller.
Aun cuando esta ley constituye algo único y sin precedentes, no ha sido, sin embargo, más que el reconocimiento legal de una fase de desarrollo ya consumada. La juventud que de ahora en adelante había prestar servicio en la HJ, se encontraba ya reunida, en su mayoría, voluntariamente bajo sus banderas. En una declaración sobre la citada ley, von Schirach hizo alusión a las circunstancias, bajo las cuales la juventud ingresaba en otros tiempos en la organización, exponiendo luego sus proyectos para la realización de la labor a él encomendada.
“La juventud debe ser dirigida por la juventud”; este lema, —así decía el Jefe Nacional de la Juventud—, que en los días de la lucha más difíciles me dio el Führer como divisa al confiarme el sector de la Juventud del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista, continuará siendo en lo sucesivo la norma directiva de nuestra actuación. No pienso yo tampoco presentarme ante la juventud a mí encomendada con luengas barbas larga y paso vacilante. La dirección de la Juventud debe regirse por un espíritu juvenil No serán los incapacitados, sino jóvenes activos, educados en la disciplina rigurosa de nuestras escuelas especiales y en nuestras academias, quienes en lo futuro se colocarán al frente de la juventud.
No procederemos, sin embargo, de manera dogmática, y nos guardaremos muy bien, ahora que hemos llegado a ser una autoridad superior, de encerrarnos en artículos y párrafos legales, ahogando así el sano instinto en el polvo de los expedientes. Durante todo el tiempo de nuestra lucha he tenido a mi lado una cantidad de colaboradores que si bien mayores en años, podrían servir de ejemplo, a pesar de sus canas, por su espíritu juvenil y su elasticidad, a cualquiera de los “pibes” (Pibes, en alemán “Pimpfe”, son los miembros de 10 a 14 años de edad que forman la organización preparatoria de la HJ propiamente dicha. Anot. del A.). Además de esto considero mi misión mantener para la juventud, en una forma ya completamente ideada y concebida en mi imaginación, el principio de la libre voluntad, inherente a las circunstancias actuales, después de la publicación de la ley.”

En realidad hasta después del 1 de Diciembre de 1936, no se ejerció presión alguna sobre la juventud perteneciente a las asociaciones confesionales para inducir a sus adeptos a ingresar en la organización nacionalsocialista.

“Mi actividad en lo futuro —continuó diciendo von Schirach— estará dedicada enteramente a las funciones de dirección y organización de los millones de afiliados de la HJ. Las divergencias relativas a la unidad de la juventud han pasado, así como en su tiempo pude conquistar la juventud de las asociaciones marxistas para convertir a sus afiliados en fieles camaradas y colaboradores, así también espero reconciliar y ganar espiritualmente a todos aquellos que, por la voluntad del Reich, lleguen en lo sucesivo a nuestra comunidad.
No es, por cierto, mi intención erigir en los bosques de Germania templos para sacrificios paganos o llevar a la juventud a un culto de Wotan, ni someterla a las artes mágicas de algún barbudo apóstol vegetariano. ¡Todo lo contrario! Que profese cada cual la convicción religiosa que le dictara su conciencia ¡La Juventud Hitleriana no es Iglesia, como tampoco la Iglesia puede ser Juventud Hitleriana!
La comunidad por mí dirigida y de la que soy responsable, será guiada conforme al espíritu del Führer, hacia el nacionalsocialismo, y será regida exclusivamente por mí y mis subjefes.”

Creemos ahora conveniente tratar de la posición fundamental de la jefatura de la HJ frente a la cuestión de las asociaciones religiosas.
En un discurso que Baldur von Schirach pronunció en Berlín ante el cuerpo diplomático y representantes de la prensa extranjera, declaró que la educación de la juventud es un derecho soberano inalienable del Estado. La finalidad de la educación oficial de la Juventud constituye la educación sistemática del joven inexperto en ciudadano consciente y portador de la idea del Estado El medio de educación más importante para alcanzar esta meta es la Juventud del Estado, es decir, la comunidad de los jóvenes alemanes de todas las esferas, y clases sociales, patrocinada por el Estado. Tal es la juventud hitleriana, que constituye la escuela ideológica de la joven Alemania.
La asociación religiosa en su forma antigua era, según criterio de la jefatura de la juventud, una agrupación situada fuera del Estado que negaba la idea del mismo. Resultaba ser una continuidad de aquellos tiempos en que imperaba la diferencia de clases. Ahora bien, el principio socialista del Tercer Reich se funda en el postulado de la subordinación incondicional del ser individual bajo el ideal socialista de su pueblo. Este ideal socialista dentro de la juventud tiene solamente una forma de manifestación admisible: la Juventud Hitleriana. Toda asociación juvenil fuera de la Juventud Hitleriana, contraviene como tal el espíritu de la comunidad, que es el espíritu del Estado.
Sin embargo, hay un campo en el cual la unión religiosa debe conservar su derecho intrínseco de existencia. Este derecho ha sido reconocido y respetado por la HJ, pero no debe servir, sin embargo, de pretexto para la realización de intenciones políticas determinadas, sino que debe mantenerse dentro de los límites fundamentales de la asociación, pues de otro modo resultaría en menoscabo de intereses esenciales, que deben permanecer intactos. En primer lugar vendría a lesionar los intereses del Estado, cuya primacía en asuntos de educación debe quedar intangible, y en segundo los de la religión, de la que la asociación religiosa se aleja en la misma medida que tiende a la actividad política.
Por lo tanto, el nacionalsocialismo exige que la asociación religiosa se limite exclusivamente al cuidado espiritual de sus fieles, y al mismo tiempo no deja de abogar por la continuidad de la religión. No se hace objeción alguna a que la juventud religiosa de Alemania, compuesta de muchos o de pocos miembros, se organice en grupos, siempre que la dirección y actuación de los mismos sean íntimamente compenetrados de su finalidad puramente religiosa. Con esta restricción de las actividades de la juventud, concentrándola en el campo de su labor educativa, religiosa y espiritual, la jefatura de la HJ estaría dispuesta hasta a levantar la prohibición de doble asociación desapareciendo así el peligro de que las agrupaciones religiosas se dediquen a ejercer funciones cuya actitud y resolución deben ser de incumbencia exclusiva del Estado.
¡La instrucción religiosa para la Iglesia, y la educación política para el Estado! Esta es la fórmula que, según von Schirach, puede establecer la base de una colaboración fecunda.
Algunos días después de la promulgación de la Ley sobre la HJ, Baldur von Schirach, en un discurso irradiado por las difusoras del país, dirigiéndose a los padres alemanes y a la juventud, trató de nuevo sobre este tema:

“Algunos eclesiásticos mal orientados —dijo el Jefe Nacional de la Juventud— han tratado de caracterizarme como enemigo de la educación religiosa. Si sus palabras no han encontrado ningún eco en la Juventud, ello es debido a que la Juventud me conoce mejor. Jamás he tolerado la presencia de un ateo en la Juventud Hitleriana. Quien jura la bandera de la HJ, se liga no sólo a esta bandera, sino también se consagra a un poder superior. Ya mucho antes del l de Diciembre la juventud que ingresaba en nuestra comunidad, solía avalorar su juramento de fidelidad con la apóstrofe adicional: ¡Así Dios me valga!
En lo que concierne a las profesiones de fe en particular, no me es dado, en mi calidad de Jefe de la Juventud del Reich, desde que en nuestras filas contamos con varias religiones, proclamar ninguna, de ellas con carácter de primacía, así como, por otra parte, es mi deber evitar todo aquello que fuera susceptible de promover la discordia o desunión dentro de la Juventud.
Por ello, dejo en manos de las iglesias la misión de educar a la juventud en la religión, conforme a sus credos religiosos, cuidándome muy bien de no inmiscuirme jamás en este asunto. Mi misión me ha sido confiada por el Reich Alemán, —soy responsable ante el Reich de que toda la juventud sea educada física, intelectual y moralmente de acuerdo con el ideal del Estado nacionalsocialista. Para la realización de este fin educativo, se creará un servicio determinado. No tengo inconveniente alguno en que fuera de este servicio cada joven se instruya en la religión allí donde sus padres y él mismo quieran. Los domingos, durante las horas en que se oficien los actos religiosos, no se fijará servicio alguno para la HJ, para proporcionar a todos la ocasión de poder concurrir a las iglesias.
Una vez terminada la divergencia entre la HJ y las asociaciones religiosas de la juventud por medio de la Ley del 1 de Diciembre, resulta para mí una consecuencia natural ordenar que en el cuadro de la gran organización nacional que acaba de constituirse, estén obligados todos sus jefes a abstenerse de toda clase de manifestaciones al estilo de las antiguas controversias, debiendo ellos, por otra parte, velar porque los oficios divinos de los domingos, así como los demás actos puramente religiosos no sufran por las obligaciones de los jóvenes en el servicio en la HJ.”
En cumplimiento de esta promesa, el 26 de Junio de 1937 fue delimitada y reglamentada la relación de la HJ con las confesiones religiosas por medio de disposiciones dictadas por el Jefe Nacional de la Juventud. Una vez hecho constar en el plan de servicio de la HJ que esta había de quedar libre el tiempo fijado para el culto religioso, se estableció que, en consideración a las funciones espirituales de las iglesias y las asociaciones religiosas, se concediera permiso a requerimiento de los interesados, para concurrir a los oficios de culto extraordinarios, a saber: Ejercicios durante varios días, peregrinaciones, cursos misionarios, preparación para el examen religioso, instrucción de los catecúmenos, etc. Sin embargo, la asistencia a estos actos sin la debida licencia sería castigada de acuerdo con las disposiciones disciplinarias de la HJ. Durante el tiempo de permanencia en un campamento no se concederían licencias, como tampoco cuando con el otorgamiento de las mismas quede obstaculizado el desenvolvimiento regular del servicio en la HJ, ni cuando las peticiones se hicieran en número excesivo.
Por otra disposición se regula la cuestión de la doble pertenencia de afiliados inscritos simultáneamente en la HJ y en alguna de las asociaciones religiosas, y se admiten excepciones en casos justificados para la conservación de la doble pertenencia a pesar de la prohibición fundamental.


Organización de la Juventud Nacionalsocialista

La Juventud se divide en tres grandes pilares: El “Jungvolk”, Juventud Hitleriana (HJ) y la Asociación Femenina Alemana (BDM). Los Pibes comprenden, como ya se ha dicho, los muchachos de 10 a 14 años, la Juventud Hitleriana los de 14 a 18 años de edad, y la Asociación Femenina, con una diferencia equivalente, comprende las muchachas de 10 a 14 y las jóvenes hasta los 21 años de edad. El movimiento se divide territorialmente en cinco regiones: Este, Norte, Sur, Centro y Oeste. Las regiones se subdividen en 4 a 5 comarcas; una comarca (100.000 jóvenes por término medio), se divide a su vez en 2 a 5 banderas superiores, las cuales se componen de subbanderas, y estas a su vez de secciones. Las secciones, por último, se dividen en bandas y escuadras. La escuadra representa la unidad más pequeña de la Juventud (unos 15 afiliados).
Al frente de cada unidad se halla un jefe. La HJ cuenta con unos siete millones de asociados, siendo así la organización más grande del movimiento nacionalsocialista. Por esta razón, no es de extrañar que la HJ tenga necesidad de un gran número de jefes de ambos sexos. En las unidades inferiores existen todavía sin cubrir unas 290.000 plazas, y en las unidades medias unas 30.000. 1.250 plazas superiores carecen de jefes. Por la incorporación obligatoria al servicio militar o al servicio del Trabajo se produce todos los años un cambio sensible (un 20% aproximadamente) en el personal directivo de la Juventud.
La instrucción de este cuerpo de jefes se lleva a cabo en las escuelas regionales especiales, y en las tres escuelas nacionales creadas a este fin. Las muchachas se instruyen igualmente en escuelas provinciales propias, y en tres escuelas nacionales para jefes femeninos. La Juventud Hitleriana posee actualmente en total 79 institutos de esta clase, los que trabajan de acuerdo con un plan de enseñanza único, y están dirigidos por un cuerpo de maestros directamente inspeccionados por la dirección nacional de la Juventud, por mediación del Departamento de Educación e Instrucción Física. Las escuelas para jefes del Movimiento de la Juventud Nacionalsocialista están situadas casi sin excepción en comarcas de un paisaje extraordinariamente bello. La instalación de las mismas es homogénea en un principio. Son equipadas con el mismo excelente material de deporte, medios de enseñanza etc. Cada escuela dispone además de su correspondiente campo de deportes; la cultura física que se realiza sistemáticamente en las escuelas regionales para jefes, ha avanzado a un puesto preeminente en el plan de enseñanza. Las escuelas nacionales para jefes están orientadas con preferencia en el sentido de una educación teórica e ideológica. Los cursos en las escuelas duran generalmente tres semanas; sin embargo, a partir de un cierto grado, por ejemplo, del de jefe de bandera para arriba sólo se nombra jefe al que haya pasado un curso preparatorio que consta de tres años, de los cuales es necesario haber cumplido los servicios prácticos durante dos años y durante un año la asistencia a distintas escuelas para jefes. Los miembros del cuerpo de jefes de la HJ deberán haber cumplido el servicio militar. Por medio de esta escala de selección se consigue la máxima garantía de la calidad tanto práctica como moral del jefe de la HJ.
Cualquiera que sea la situación y el rango que el jefe ocupe dentro de la organización, dispone del mando absoluto dentro de su esfera de responsabilidad, El principio nacionalsocialista de la responsabilidad absoluta del jefe frente a sus superiores y de su completa autoridad frente a sus subordinados, ha sido realizado en la juventud hitleriana. El jefe de la HJ dispone el plan de servicio de sus subordinados, dirige sus excursiones y campamentos, organiza las veladas que corresponden a un joven alemán de nuestros tiempos.
En contraste con los usos en muchos otros países, Alemania ha desistido de instruir a su juventud en e1 manejo de las armas militares. La enseñanza del tiro al blanco que en proporciones adecuadas se lleva a cabo con fusiles de aire en las escuelas para jefes, sólo tiene importancia deportiva. En cambio, la cultura física de los jóvenes hitlerianos representa una excelente y completa educación deportiva, cuya dirección se halla en manos del Jefe Nacional del Deporte, von Tschammer und Osten.

Domicilio social, Campamento y Excursión —merecen una explicación especial en el presente tema relativo al Movimiento de la Juventud Hitleriana.
El Domicilio social es el punto de congregación de las unidades inferiores de la organización nacionalsocialista. Debido a él la juventud se aleja de las tabernas y cafés, y con ello del peligro que representa el alcohol y la nicotina para su salud. Un “Heim” puede ser lo más modesto posible. Dos viejos vagones de ferrocarril, uno junto a otro, con instalación interior dispuesta por los mismos jóvenes, son tan buen domicilio como pudiera serlo un chalet o quinta desocupada, que amigos benévolos hubieran puesto a disposición de los jóvenes. No obstante, Baldur von Schirach en su acostumbrada proclamación de día de año nuevo en 1937 hizo destacar la necesidad de crear centros amplios y adecuados, como digna expresión de la importancia de nuestro tiempo. Por su parte, los ministros de la Propaganda, del Interior, de Ciencias, Educación e Instrucción Pública, hicieron un llamamiento en el que ponían de manifiesto que tales “Heime” significaban la alegría y felicidad de la generación joven alemana y constituían la base previa del compañerismo incondicional que se exige de la juventud. Los ministros requirieron a todas las organizaciones del Partido, del Reich, de los distritos y municipios de aportar una colaboración activa en la campaña para la creación de “Heime” para la Juventud Hitleriana (Fig. 172).
En estos “Heime” tienen costumbre de reunirse todos los jóvenes, y cada uno de ellos puede estar seguro de que encontrará allí alguno que otro de sus amigos. El domicilio de reunión es destinado además con preferencia a la educación ideológica de la juventud. Todos los miércoles por la noche tienen lugar veladas instructivas. Los jóvenes y las muchachas se reúnen en sus respectivos Heime regionales. El jefe de servicio toma en sus manos la carpeta destinada para esas sesiones y preparada por la dirección nacional de la Juventud. En la carpeta en cuestión están registradas las canciones que han de ser cantadas en común y se encuentran fotografías que, pasando de mano en mano, sirven como ilustración al tema tratado, y que es idéntico en todo el Reich para cada conferencia.
Enseguida se conectan los altavoces, y todos los jóvenes escuchan la emisión de la “Hora de la Nación Joven”, que tiene lugar todos los miércoles a las 20.15 en punto y se transmite por todas las estaciones difusoras de Alemania simultáneamente El tema elegido es tratado por medio de una escena, un diálogo o una conferencia. De este modo son educados en común millones de jóvenes Aparte de esta transmisión general, tienen lugar otras de carácter complementario, por medio de los distintos grupos de emisoras, que se componen principalmente de lecciones de canto, trabajos manuales para los niños, informes de viaje, etc.
Los campamentos son formados por tiendas de campaña. La permanencia y modo de vida en los mismos contribuye a restablecer el equilibrio de la salud en la juventud de las grandes ciudades, particularmente en la juventud obrera, que trabaja en la industria. El tiempo de permanencia en un campamento es de distinta duración, —en general de 4 a 6 semanas. El día en el campamento transcurre en medio de juegos y deportes. Los jóvenes, tienen allí la oportunidad de nadar, montar a caballo, etc. Por la noche se organizan en un pequeño espacio libre situado en medio del campamento, grandes veladas amenizadas con corales. Muchos de los pequeñuelos vierten amargas lagrimas la víspera de la clausura del campamento: un año entero ha de transcurrir, hasta que puedan volver a disfrutar otra vez de tan hermosos momentos y ratos tan divertidos (Figs. 168 a 170, 174 y 176).
Mientras en el campamento el joven permanece durante varias semanas en el mismo sitio, puede naturalmente, cuando va de viaje, estar hoy aquí y mañana en otro lugar muy lejano. En grupos pequeños o grandes, llevando la tienda de campaña y los utensilios de cocina a la espalda, marchan los jóvenes a través de su país, permaneciendo un par de días en el lugar que más les agrada. Estos grupos han hecho viajes hasta los más lejanos puntos del extranjero, y son muchos los jóvenes hitlerianos que han conocido de esta manera muchos países.
Una organización especial de la Juventud ofrece al excursionista individual y sobre todo a la Juventud Hitleriana, durante las estaciones desapacibles del año la posibilidad de obtener alojamiento y reposo. Nos referimos a la Asociación Nacional de Albergues para la Juventud, que ha servido de modelo a 19 Estados extranjeros para la organización de sus propias asociaciones de albergues para la juventud. La Asociación de Albergues es, si se quiere, el sindicato hotelero más grande del mundo, con la sola diferencia de que no actúa para el interés de un hotelero o de una compañía de accionistas, sino que persigue una finalidad de interés común a favor de la juventud.
Una red de unos 2.000 albergues con 25.000 camas está distribuida por toda Alemania. En estos albergues el joven puede pernoctar por unos pocos centavos en un alojamiento aseado y disfrutar de una comida sencilla y buena. Muy a menudo estos albergues se encuentran en los más hermosos castillos medievales, en antiguos torreones de las ciudades, etc.; pero casi tan grande como las antiguas es el número de las nuevas construcciones, edificadas especialmente para este objeto con los medios propios de que dispone la Asociación General de Albergues Alemanes. Por su estilo arquitectónico y disposición interior y sobre todo por su instalación higiénica, pueden considerarse como modelo. Al frente de cada uno de los albergues está un matrimonio, comúnmente llamado padres del albergue, y ellos son los responsables del mantenimiento del orden dentro del mismo. Los inspectores de la Asociación vigilan el buen estado de los albergues y sus necesidades, con el objeto de ampliar la instalación allí donde ello se haga necesario (Fig. 171).
Mediante un acuerdo con los demás países que disponen de una organización de albergues semejante, se creó la tarjeta de identidad internacional, que concede a su titular el derecho de alojarse en todos los albergues de los países extranjeros respectivos, en las mismas condiciones que en su patria. Las asociaciones de albergues se han fusionado en una asociación internacional, cuya sede se halla en Holanda. Su presidente es un alemán.
La organización de albergues para la juventud ha proporcionado alojamiento el año pasado a 7,5 millones de jóvenes excursionistas (frente a 4,3 millones en el año 1932). Como ya hemos dicho antes, la Asociación alemana, de albergues para la juventud es, tomando en consideración estas cifras, el hotelero más grande del mundo. En el año 1936 fueron hospedados 200.000 jóvenes extranjeros en los albergues alemanes.

La acción social de la HJ tiene como finalidad aumentar la prestación y el aporte de los futuros ciudadanos. Esta colaboración encuentra su expresión más genuina en los concursos profesionales que la jefatura de la HJ conjuntamente con el Frente alemán del Trabajo organizan todos los años. El concurso se clausura con el acto de presentación al Führer y Canciller del Reich de los jóvenes vencedores.
La idea de organizar concursos profesionales no es completamente nueva. Desde la edad media se han venido celebrando, en muchos países y en las épocas más distintas, pequeños concursos gremiales. Sin embargo, hasta ahora nunca habían asumido tan vastas proporciones, ni han sido organizados y llevados a cabo en una escala tan amplia. Si se toma en cuenta que de entre unos 2 millones de jóvenes obreros, admitidos a los concursos profesionales, han de seleccionarse las 20 mejores labores, ejecutadas técnicamente con el máximo de exactitud, y que en la realización de esta selección se ocupan miles de comisiones técnicas, podrá formarse una idea del enorme aparato que se necesita para dar término a una obra de esta envergadura.
La importancia de los concursos profesionales, la educación de la juventud en el sentido de la máxima potencialidad técnica, y con ello del trabajo de calidad, está demostrada de manera patente. Estas ventajas, sin embargo, quedan en segundo plan ante el enorme impulso moral y la fe de toda una juventud en el socialismo verdadero, es decir, en el sistema que actualmente prevalece en Alemania. El valor de los concursos profesionales es, por lo tanto, no sólo de índole técnica, sino también política. Lo mismo se puede decir respecto a la educación y al régimen de instrucción de la HJ. Lo que pretende la Jefatura de la HJ es, amonestar a los jóvenes y muchachos, inculcándoles los principios fundamentales de la ideología nacionalsocialista, la noción de la raza y de la tierra, como bases vitales del pueblo. Esto se efectúa de la manera adaptada lo mejor posible a las diferentes edades de los jóvenes. A los más pequeños se les explican los deberes que se exigen de ellos, por medios intuitivos y a menudo con descripciones históricas de personajes de otros tiempos; el joven hitleriano observa la evolución histórica del pueblo alemán y de este modo aprende a deducir las consecuencias para el presente. Del cúmulo de pequeños detalles obtiene así la historia de su pueblo (Figs. 173, 175).
Un cometido especial en esta tarea lo llena la reciente creación de las Escuelas Nacionalsocialistas Adolf Hitler, las cuales servirán de preparatorias para las escuelas políticas superiores. En estas escuelas son admitidos los jóvenes de 12 años de edad que hayan demostrado en la HJ cualidades sobresalientes.
Es de importancia señalar que una vez pasado el examen final (la escuela comprende 6 clases y dura hasta el enrolamiento en el servicio militar) al alumno ingresado de las escuelas Adolf Hitler se le ofrece la oportunidad de entrar al servicio del Estado o del Partido. De estas nuevas escuelas, dirigidas enteramente por el Partido, habrán de salir los jefes futuros del Reich. Allí se forma la voluntad política del pueblo de mañana.
Un importante campo de actividad de la HJ lo constituye la obra del Servicio de ayuda agrícola. Su finalidad es la de despertar el amor por el campo en la juventud de las ciudades, y de forzar al mismo tiempo el aumento de la producción. En el año 1936 fueron distribuidos en el campo 6.608 jóvenes obreros en 642 grupos rurales. Actualmente está en vías de realizarse un desarrollo de mucha mayor trascendencia a este respecto. La denominación de “grupo rural” se aplica a un equipo del servicio que es destinado a un pueblo agrícola. Sus miembros son distribuidos entre los labradores, pero el alojamiento se efectúa en una sola casa común.
En el Servicio de Ayuda Agrícola crece una juventud sana de cuerpo y de alma; el espíritu de compañerismo se une con el severo deber del trabajo y constituye desde luego una de las más significativas comunidades de la juventud alemana. Como ya hemos dicho, es la única forma —y la más adecuada— para estimular el retorno de los elementos jóvenes de las ciudades al campo.

El problema de la educación de la juventud debe ocupar con preferencia la atención de todas las naciones civilizadas. Es evidente que cada país ha de proceder a la solución de este cometido de una manera distinta, de acuerdo con las características nacionales de su pueblo, pero no se debe olvidar que precisamente este medio es, como ningún otro, el más apropiado para fomentar un intercambio pacífico de ideas entre los pueblos. Cuanto más fácil sea a los educadores de la juventud de las naciones civilizadas, llegar a una inteligencia sobre ciertos principios fundamentales de la educación, tanto mayor será la probabilidad de que los jóvenes de todas las naciones no se eduquen en un espíritu de mutuo recelo, sino por el contrario, se sientan animados del mismo sentimiento de comprensión mutua y puedan, de este modo, colaborar a favor de la paz.
Convencido de ello, Baldur von Schirach ha establecido como 'base de conducta para los jefes de la HJ, que se abstengan de toda actividad política en el extranjero, consagrando, en cambio, todos sus esfuerzos a la colaboración internacional por medio de una aproximación entre la juventud alemana y la de los otros países. Con este objeto, la juventud alemana va todos los años de viaje al extranjero, para tener ocasión de conocer a otros países y pueblos extraños, sus costumbres y sus tradiciones etc. Simultáneamente, la juventud de las otras naciones es invitada en escala cada vez mayor, a visitar Alemania y la Juventud Hitleriana. En los últimos años más de 50.000 muchachos extranjeros han tenido ocasión de visitar la HJ y apreciar su labor. Además, se introducen en las formaciones hitlerianas cursos para la enseñanza de idiomas extranjeros y ciencias topógrafo-etnológicas.
La nueva Alemania aporta especial cuidado en lograr que de las filas de la Juventud surja una nueva generación física y espiritualmente más vigorosa que la juventud de la época de posguerra. Adolf Hitler se interesa personalmente en este problema. El hecho de que el Jefe Nacional de la Juventud se halla directamente subordinado a su persona y, por otra parte, el movimiento juvenil quede liberado de toda sujeción a la burocracia del Estado, lo demuestran bien elocuentemente. El Führer ve en la Juventud el porvenir de la Nación y la continuación de su obra.
“Vendrá un día en que el pueblo alemán pondrá su mirada radiante de alegría y orgullo en su juventud; y todos nosotros podremos, con la máxima tranquilidad y la más absoluta confianza, llegar a nuestra vejez con el íntimo y feliz convencimiento, de que nuestra lucha no ha sido estéril. La juventud marcha tras de nosotros, su espíritu es el nuestro, es nuestra su energía, nuestro su temple, es la representación de la nueva vida de nuestra raza” (Hitler, en la Asamblea del Partido, 1935).
Las comparaciones, como es sabido, resultan casi siempre defectuosas, y muy a menudo están fuera de lugar. Sin embargo, no dejaremos de aducir dos ejemplos, confrontando el movimiento de' la Juventud alemana con los boy-scouts ingleses y los balilla italianos; estas últimas organizaciones con sus formaciones complementarias, resultan, tanto en la idea como en la forma, la solución más feliz de la cuestión juvenil en los indicados países. La HJ, aún cuando en su estructura difiere en puntos esenciales de las dos instituciones mencionadas, representa para Alemania sin duda la forma más conveniente de asociación juvenil. Al igual que los boy-scouts y los balillas, la Juventud hitleriana encarna también el modo de ser nacional de su país.

“¡Al avanzar nuestra bandera ondea,
y símbolo ella es de nueva era!”

así suena el himno de la juventud hitleriana.

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