La Alemania de Hitler V
V Política demográfica y racial
Por dos razones paso a tratar deliberada e inmediatamente los problemas de las políticas demográfica y racial, después de haber expuesto los de política interior y exterior: 1º porque la solución de estos problemas constituye un pilar fundamental de la ideología nacionalsocialista; 2º porque estas cuestiones han provocado las más apasionadas discusiones en el mundo entero.
Esto no puede sorprender a nadie, pues la nueva Alemania marcha aquí por vías que no tienen precedentes en la historia. Sus fines están en la más viva contradicción respecto a los postulados de otros países. Por esta causa el extranjero ha seguido el desarrollo de la política alemana con desconfianza y hasta con hostilidad, como ocurre siempre con todos los movimientos nuevos que revolucionan el orden de la sociedad pero cuya verdadera naturaleza no se conoce y mucho menos los motivos que los justifican.
La reacción fue tanto más intensa cuanto que la política racial de Adolf Hitler afecta a los judíos que viven en Alemania, unidos racialmente con numerosas y potentes esferas del extranjero, en las cuales naturalmente debía provocar un sentimiento de compasión y solidaridad. Una parte de los judíos abandonó Alemania y se sintió así naturalmente impulsada a la propaganda contra el gobierno alemán. De este modo, la opinión pública extranjera recibió una información no siempre justa sobre el carácter de esta política nacionalsocialista y sobre la situación de la población judía que continuaba viviendo en Alemania.
Procuraré describir con la mayor objetividad las investigaciones que yo he hecho sobre estos dos puntos, limitándome en absoluto, y conforme a las normas que me he impuesto en este libro, a los hechos comprobados. Me abstengo de toda impresión personal en esta espinosa cuestión, tanto desde el punto de vista social como desde el humano.
La tesis nacionalsocialista sobre la higiene racial
Según la ideología nacionalsocialista se entiende por “raza” un grupo de seres humanos cuyas propiedades comunes, físicas y psíquicas, de consanguinidad no se encuentran en la misma relación en otros grupos de seres humanos y por las cuales se diferencian. Cuanto más coincidan entre sí las propiedades de diferentes razas tanto más afines serán estas. Así, las razas indígenas de Europa, nórdica, fálica, occidental, dinárica, del Este y báltica, muestran todas propiedades físicas e intelectuales semejantes.
Si raza es un concepto biológico, pueblo es un concepto histórico-cultural. Bajo la denominación de “pueblo” comprenden los nacionalsocialistas un grupo de seres humanos que están unidos entre sí por consanguinidad, por los lazos de idéntico destino, convivencia en el mismo suelo, igual idioma e igual cultura y que tienen conciencia de estos vínculos que los unen en una comunidad de destino y de sangre. Nadie puede ser considerado como perteneciente a un pueblo si procede de una raza que no tiene parentesco con aquellas que lo forman.
Una unidad de raza y de pueblo no ha existido desde los más remotos tiempos. El pueblo alemán tampoco forma una raza propiamente alemana; por el contrario, en él están representadas todas las razas europeas, sin embargo prevalece como elemento fundamental común la raza nórdico-fálica. Esto determina el carácter del pueblo alemán y le ha dado su sello racial propio.
El concepto “nórdico” no debe entenderse en sentido local o geográfico sino que se refiere a la patria nórdica de esta raza. Otras razas típicamente nórdicas se encuentran entre los escandinavos, holandeses, ingleses y norteamericanos, que se pueden denominar “germanos”. Todos ellos pertenecen a la familia de los pueblos de los indo-germanos, llamados también “arios” entre los cuales se cuentan en Europa los pueblos romanos, griegos, eslavos y celtas.
Según la doctrina de los biólogos nacionalsocialistas, todas las propiedades humanas son hereditarias: en los hijos se encuentran reproducidas las propiedades de los progenitores. En un cruce entre individuos de la misma raza sólo se heredan las propiedades típicas de esta raza. Las generaciones resultantes están equilibradas física y psíquicamente: en esta armonía de su ser reside el origen de su fuerza y de su obra. Como en los individuos de razas afines coinciden propiedades que se completan unas a otras, también los seres que nacen de este cruce son capaces de desplegar todas sus facultades. Un cruce entre individuos de razas no afines conduce, por el contrario, a un resultado completamente distinto; se encuentran reunidas propiedades que no son compatibles entre sí; le privan de toda su capacidad de acción y que, debido a ese trastorno interno, le hacen ser poco deseable dentro de la comunidad humana no obstante alguna posible aptitud positiva que pudiera tener.
La conservación de la pureza de la sangre alemana es, por lo tanto, según la concepción nacionalsocialista, en la nueva Alemania la condición previa fundamental para la fuerza moral y la capacidad del pueblo alemán.
Hitler ha expresado este deber en la frase siguiente: “El pecado contra la sangre y la raza es el pecado hereditario de este mundo y el aniquilamiento de la humanidad”. En su obra “Mein Kampf” escribe:
El cruce de razas y el descenso racial que de aquí resulta es la única causa de la extinción de las antiguas civilizaciones, pues los pueblos no perecen en las guerras sino por la pérdida de aquella fuerza de resistencia que es propia de una raza de sangre pura. Toda raza que no es buena en este mundo es liviana como la paja. Todos los acontecimientos históricos son sólo manifestaciones del impulso de conservación propia de las razas, en buen o mal sentido.
Hitler cree necesario tomar medidas por parte del Estado para evitar el descenso en la natalidad, puesto que la población no aumentaba sino disminuía en Alemania.
En el extranjero existen sobre estos temas concepciones parcialmente erróneas. En realidad la población alemana ha crecido de 42 millones de habitantes en el año 1870, a 67 millones en la actualidad; pero, ya desde hace tiempo, la cifra de nacimientos fue disminuyendo ininterrumpidamente de modo tal que el exceso de nacimientos sólo se debía al descenso en la mortalidad, o sea, por la prolongación de la vida. Como la cifra de la mortalidad no es susceptible de disminuir de una manera continua llegaría un día en que esta natalidad decreciente no bastaría para conservar la cifra de la población actual.
En el año 1900, el número de nacimientos en Alemania se elevó a 2 millones; en el año 1933, y por primera vez, estos no pasaron de 1 millón. Calculado por cada mil habitantes, esto significa un descenso de la cifra de nacimientos de algo más de 30 a poco menos de 15 ‰. En Francia, el llamado país clásico del retroceso de la natalidad, hubo en la misma época un 17,3‰ de nacimientos.
La comparación entre las cifras de natalidad y mortalidad de los años respectivos —obtenida, teniendo en cuenta la escala de edad que acusaría primeramente un aumento de la mortalidad en Alemania— muestra que a partir del año 1926 no hay superávit sino déficit de nacimientos. En 1933 faltaba ya un tercio en la cifra de nacimientos necesario para conservar estrictamente la población alemana.
La persistencia de esta natalidad insuficiente hizo inevitable un fuerte retroceso de la cifra de la población. Según cálculos prudentes del Servicio de Estadística del Reich resulta que el número de los habitantes de Alemania en el año 2000 sólo alcanzaría la cifra de 47 millones si no se tomaban las medidas en sentido contrario.
Era necesario tomarlas y muy enérgicas para hacer imposible el cruce de razas, es decir, para eliminar uno de los procesos de carácter biológico que conducen a la destrucción de la fuerza racial y el aniquilamiento de las bases del Estado y de la civilización.
Como los judíos son la única raza no aria que vive en Alemania, la cuestión de la raza coincide con la cuestión judía. El gobierno nacionalsocialista tomó algunas medidas en forma de programa de política racial que separa a los judíos de los arios, para evitar así las posibilidades de contacto entre ambas razas.
La solución definitiva de la cuestión racial, y por tanto de la judía, se estableció en la Ley de Nurmeberg del 15 de Septiembre de 1935 “para la protección de la sangre alemana y del honor alemán” y en sus reglamentos ejecutivos.
Esta ley fue precedida por una orden circular del ministro de Educación Pública que exigía la creaciíon de escuelas exclusivamente judías. La ley prohibe los matrimonios entre judíos y alemanes de sangre alemana o de raza afín. (No se consideran razas afines, la judía y la negra. No son válidos los matrimonios que, para eludir esta ley, sean contraídos en el extranjero. Las relaciones extraconyugales con judíos están prohibidas para los arios y el culpable varón queda expuesto a la pena de prisión, de igual manera que en el matrimonio. De esta prohibición resulta la disposición que no permite acomodar mujeres alemanas o de raza afín, menores de 45 años, en los servicios domésticos de casas judías. Para el matrimonio entre mestizos judíos y alemanes se requiere una licencia especial: los cuarterones judíos podrán casarse solamente con alemanas.
Los hijos de los matrimonios entre mestizos judíos y alemanes son cuarterones judíos. Los hijos de estos son alemanes con un octavo de sangre judía; de acuerdo con la ley sobre nacionalidad se consideran ya como de sangre alemana. Al advenimiento al poder de los nacionalsocialistas había en Alemania 500.000 judíos, 200.000 mestizos y 100.000 cuarterones. Estos números muestran cuán intensa había sido la mezcla con sangre judía en estos últimos tiempos.
El ministro Dr. Frick, a cuya iniciativa se debe esta ley, explicó, en un discurso pronunciado ante la Comisión asesora de peritos, que la juventud culta se dará cuenta del valor de esta ley fundamental alemana para mantener la pureza de la raza y aspirar, por acertada elección de consorte, a un desarrollo más perfecto de la propia familia y raza. Según el Dr. Frick los matrimonios con razas heterogéneas son la causa de una degeneración moral y psíquica y del distanciamiento del propio pueblo. Es necesario cuidar de la familia y de la raza si se quiere que la prosperidad de la familia se estime más que la riqueza y la comodidad. Los alemanes deben tener el valor de organizar a su pueblo según los valores hereditarios para poner a disposición del Estado hombres idóneos.
Tomando esto en consideración se han dictado medidas radicales necesarias para la separación total de ambas razas.
La Higiene bajo el Régimen Nacionalsocialista
La política racial del gobierno no se limita a impedir la mezcla de razas no afines, cuida también del desarrollo sano de su juventud y de que las generaciones venideras sean numerosas, tratando de evadir la destrucción de la fuerza nacional por taras hereditarias y por el retroceso de la natalidad.
Según la opinión del Dr. Frick no se puede hablar de una nueva época y de una política reconstructiva, racial y demográfica, hasta que el Estado se preocupe de los cuidados de previsión de aquellos aun no nacidos; por este motivo, fue promulgada, el 18 de Octubre de 1935, la ley llamada “higiene del matrimonio”. Prohibe el matrimonio a quienes, siendo enfermos, llevan en sí el germen del dolor y de la miseria en perjuicio de uno de los consortes y de su descendencia. En lo sucesivo no podrá contraerse matrimonio sin la presentación de un certificado prenupcial, extendido por la oficina de Higiene competente.
Para reducir los gastos ocasionados por el cuidado de enfermos con taras hereditarias incurables, por lo tanto antisociales, e impedir la propagación de las personas afectadas por graves enfermedades hereditarias, se dio, el 14 de Julio de 1935, la “ley sobre la profilaxis de las enfermedades hereditarias” que establece la posibilidad de esterilización por propia voluntad o a propuesta de un médico oficial, cuando se trata de personas con taras hereditarias.
Esta ley encontró fuerte oposición en el mundo entero. Se temía un abuso de las prescripciones legales, porque no se conocía el procedimiento por el cual toda decisión sobre la esterilización depende del fallo unánime de peritos médicos y jurídicos. Se dudaba del derecho que tiene el Estado de intervenir profundamente en la vida del individuo. Los nacionalsocialistas respondieron que la esterilización de la persona atacada gravemente por una enfermedad hereditaria impide hacer revivir su triste suerte en la de sus hijos. Se ha visto que la gran mayoría de las personas esterilizadas han aprobado voluntariamente la ley y sus prescripciones.
En el Congreso internacional de Demografía, celebrado en Agosto de 1935, el Dr. Frick declaró que “la ley no pretende preservar de graves penas y sufrimientos solamente a la generación actual sino también a las venideras y excede largamente el límite moral de la finalidad del amor cristiano al prójimo sólo para la generación actual...
Se nos ha hecho el reproche de que nosotros practicamos un culto especial de raza y que por nuestras medidas eugenésicas lesionamos al mandamiento cristiano del amor al prójimo. Si no ha sido osadía intervenir en el estado primitivo del orden de las cosas, de modo que por los progresos de la ciencia se haya logrado prolongar la vida a muchos enfermos, lo cual habría sido imposible en las circunstancias primitivas, tampoco es injusto impedir que de esta obra de caridad hecha al enfermo resulte un castigo para los sanos.”
La iglesia católica censuró este “atentado” contra las leyes de la naturaleza. Los nacionalsocialistas objetaron que la iglesia misma, desde hace siglos, infringe esta ley obligando a sus sacerdotes al celibato. Bien puede ser que se haya inspirado para ello en las más elevadas razones, no obstante, tal precepto significa en realidad una esterilización en gran escala...
La idea de la esterilización, que desde hace varios decenios se conoce con el nombre de “Eugenesia”, se ha difundido por el inglés Galton, a mediados del siglo pasado. Los Estados Unidos han sido los primeros en llevarla a la práctica; Dinamarca y el cantón suizo de Vaud los han seguido. Inglaterra, Suecia, Noruega, Holanda y Hungría tomaron ya en consideración la adopción de medidas similares. Según noticias, la Rusia soviética ha llamado a varios genéticos americanos; el Congreso internacional de Genética de 1937, que se había fijado en Oslo, fue trasladado a Moscú. (En Alemania se vio en esto una maniobra soviética que trataba de utilizar la genética como arma de combate contra las ideas raciales del nacionalsocialismo. ¡Esta idea tenía que ser sometida al fuego nutrido de los sabios bolcheviques!) El Congreso de Moscú no tuvo lugar, porque entretanto fueron encarcelados algunos de los sabios bolcheviques.
De interés, para juzgar esta política racial de Alemania, ha sido el Congreso de la Unión internacional de Organizaciones eugenésicas, que tuvo lugar el 24 de Julio de 1934 en Zurich, y en el cual, después de cuatro días de discusión sobre la ley alemana, se aceptó la siguiente moción:
Los congresistas, representantes de los más diversos países, hacen constar que, a pesar de la disimilitud de sus puntos de vista, políticos e ideológicos, coinciden, basados en la profunda convicción de que la investigación y práctica de la higiene racial son de gran importancia vital e inevitables para todos los pueblos civilizados. El Congreso recomienda a los gobiernos de todo el mundo estudiar las cuestiones de la biología de la herencia, de la política demográfica y de la higiene racial, de la misma manera objetiva empleada en algunos países de Europa y de América, aplicando sus resultados al bienestar de los respectivos pueblos.
Las estadísticas alemanas calculan el número de personas que, según la ley, deben ser sometidas a la esterilización en unas 400.000; según las distintas enfermedades hereditarias se clasifican, como sigue: débiles mentales de nacimiento, 200.000; esquizofrénicos, 80.000; maníaco-depresivos, 20.000; epilépticos, 60.000; baile de San Vito, 600; ceguera congénita, 4.000; sordera hereditaria, 16.000; defectos físicos graves, 20.000; alcoholismo hereditario, 10.000.
Además de estas medidas preventivas, puramente eugenésicas, el 24 de Noviembre de 1935 se publicó la ley complementaria “contra los peligrosos profesionales del crimen y aquellos que faltan a la moral y sobre la castración de los corruptores de costumbres”.
Se invocaba con razón que para “gastos de enfermos asociales, incurables y anormales” el Estado destinaba 1.000 millones de marcos al año, invertidos en la asistencia prodigada a idiotas y anormales hereditarios, mientras que existían millones de familias alemanas que no sabían de dónde sacar el pan para hijos sanos.[1]
Mientras jóvenes sanos no encontraban puesto como aprendices, las administraciones municipales comunicaban llenas de orgullo que todos los retrasados mentales habían sido colocados en esos puestos.
Merece la atención darse cuenta de que el pueblo alemán ha crecido desde 1870 hasta el momento actual en un 50% y que el número de los enfermos hereditarios ha aumentado, en el mismo período, en un 450%.
Las medidas negativas del Estado se complementaron por otras positivas.
A estas medidas positivas pertenecen la institución del préstamo para el fomento del matrimonio reglamentado en la ley “para la disminución del paro forzoso”. Este préstamo se concede sólo a ciudadanos de sangre alemana y hereditariamente sanos, si la futura esposa se encontraba trabajando y, con motivo de su casamiento, deja libre el puesto que ocupaba. El préstamo (600 a 1.000 marcos) es gratuito y amortizable mensualmente al 1%. Con el nacimiento de cada hijo se reduce el préstamo en un 25%. Además, para la amortización se puede conceder una prórroga de un año, a partir del nacimiento de cada niño, nacido vivo.
Como resultado de estas medidas ya se nota en Alemania un aumento de la natalidad. Hasta Junio de 1938 se han hecho 950.000 préstamos para el fomento del matrimonio por valor de 600 millones de marcos. Hasta el 1 de Junio de 1938 han nacido de estos matrimonios 825.000 niños vivos. Para los años de 1933 a 1935, se ha hecho una estadística de la fecundidad de estos matrimonios, observándose que en los matrimonios verificados sin recurrir al préstamo, en estos tres años, de cada 1.000 han nacido 402 niños vivos, mientras que de cada 1.000 matrimonios que lo han percibido la cifra de los nacimientos se eleva a 590. La relación de fecundidad entre los matrimonios sin préstamo y con él era, el 31 de Diciembre de 1935, de 100 a 147.
Además de una importante reducción de impuestos para los matrimonios y familias de muchos hijos, se ha comenzado a organizar una vasta reforma de la compensación de las cargas familiares. De especial importancia es el subsidio a las familias numerosas; se concede por una sola vez o con carácter permanente. Desde Octubre de 1935 hasta Junio de 1938 se han distribuido 211 millones de marcos a 650.000 familias menesterosas, de muchos hijos, en calidad de subsidio único, habiendo correspondido, por término medio, unos 320 marcos a cada familia. Así resulta que han sido ayudados 3½ millones de niños, con un promedio de 60 marcos por cada uno.
Hasta Septiembre de 1937 se han concedido ayudas mensuales de 10 marcos a 300.000 niños; a partir de Abril de 1938 este número se ha aumentado a unos 2½ millones de niños.
Estos subsidios no significan un auxilio de beneficencia sino que son el resultado de una medida necesaria de compensación de carácter económico, demográfico y social. Por otra parte, estos subsidios infantiles se amplían concediendo becas de estudios a niños sobresalientes de familias numerosas para que puedan cursar sus estudios en escuelas secundarias, escuelas profesionales y superiores. Estas becas cubren totalmente los gastos originados por los estudios.
La “ley del patrimonio rural”, asegurando las viejas costumbres nacionales tiende a la conservación de la clase labradora como fuente racial del pueblo. En otros países, como se sabe, la partición de la propiedad es una de las causas de la disminución de los matrimonios.
La legislación sobre asentamientos y viviendas para obreros estimula la creación de familias a las cuales la ley asegura la posesión de una vivienda en lugar saludable, de tal manera que puedan desarrollarse cómoda y sanamente.
Todas estas disposiciones se complementan por una reorganización y simplificación de los servicios de la Higiene alemana, así como por la ampliación de la misión del médico. En cada distrito urbano y rural se ha establecido una Oficina de Higiene (actualmente hay 743), con instalaciones técnicas y el personal correspondiente, cuyas funciones se agrupan en tres secciones principales: enseñanza de higiene popular; profilaxis y asistencia a los ciudadanos enfermos, predispuestos y sanos (excluido el tratamiento); higiene biológica y consultorio matrimonial. Además, las oficinas de Higiene sirven a las generaciones venideras por medio del consultorio para la higiene de la raza y de la herencia. En estos consultorios, y dentro del plan del registro hereditario del pueblo alemán entero, se ha organizado un fichero de herencia que podrá facilitar a todo alemán juzgar de su valor hereditario deduciéndolo de los datos que en él encuentre de sus ascendientes. El fichero debe, por tanto, dar al Servicio de Higiene Pública la posibilidad de juzgar si una persona cualquiera es sospechosa de llevar en sí una predisposición de enfermedad hereditaria o no sin tener que acudir a investigar los datos personales de la persona en cuestión. Las experiencias obtenidas hasta ahora han demostrado plenamente que las consultas prematrimoniales han producido resultados positivos gracias sólo a este fichero hereditario.
Además de la asistencia a los enfermos, el nacionalsocialismo instituye la higiene racial para el pueblo entero y desea que el médico se alegre más de ver acudir hacia él un niño sano y contento que del caso más interesante de enfermedad, es decir, que vuelva a ser el buen médico alemán de familia, fiel amigo y consejero en los días en que se encuentre disfrutando de salud.
Por el Reglamento de los médicos alemanes, del 13 de Diciembre de 1935, y por sus disposiciones ejecutivas, se procedió a una reorganización de las antiguas bases de la profesión médica. Todos y cada uno de los colegas de profesión están al servicio de la Higiene Pública, sin que por ello se perjudique el carácter del ejercicio libre de la profesión. El médico está al servicio de la higiene tanto del individuo como de la sociedad entera y cumple una misión pública legalmente reglamentada. El médico es así un delegado del Estado y funcionario de la Higiene Pública.
Las funciones del Colegio Médico del Reich, recientemente fundado, son las siguientes: velar porque la profesión ocupe un lugar elevado tanto moral como científicamente; y por el honor y cumplimiento de los deberes profesionales; fomentar la enseñanza médica y el perfeccionamiento profesional; cuidar de las relaciones provechosas, prósperas y cordiales de los médicos entre sí, de la distribución conveniente de los médicos en el país y de crear las instituciones benéficas para los médicos. El Presidente del Colegio médico es el Jefe de los Médicos del Reich, que es nombrado y destituido por el Führer y canciller del Reich. Existe, además, una Junta consultiva que asesora al Jefe de los Médicos.
Actualmente, el control higiénico del alemán comienza ya desde sus primeros años; la Juventud Hitleriana (HJ) ha creado la cédula de higiene; el ingreso en la HJ va precedido de un reconocimiento médico; sus miembros están bajo la inspección médica que se continúa en el Servicio obligatorio de trabajo y en el militar. Tanto en estas organizaciones como también en las milicias (SA y SS) del Partido y en la Liga nacional de Cultura física se cuida del desarrollo de las aptitudes físicas para compensar el esfuerzo intelectual que es a menudo el único que se exige en la escuela y más tarde en la profesión.
En los talleres la inspección médica de los obreros es objeto de una atención especial. Encargada de este servicio está la Oficina de Higiene Pública en el Frente alemán del Trabajo, unida por una unión personal con la Oficina principal de Higiene Pública Nacionalsocialista. Los médicos reconocieron el año pasado 3.000 fábricas, pudiendo suprimir en más de 2.000 de éstas algunas deficiencias esenciales. Más de 2 millones de obreros fueron reconocidos médicamente.
Es mejor prevenir que curar, por eso antes que el obrero enferme es más lógico que abandone su trabajo a tiempo con objeto de tomar las medidas necesarias para evitarle la enfermedad. Esta función incumbe en parte al Seguro social y en parte también a las organizaciones del Partido y del Frente alemán del Trabajo. Es decir: los viajes de descanso a cargo del Auxilio Social Nacionalsocialista, los viajes de vacaciones de la Organización “Fuerza por Alegría” (KdF), el fomento de los deportes en las fábricas por la Oficina de deportes del Frente alemán del Trabajo (DAF), etc. Basta citar una cifra para darse cuenta. El año pasado hubo 660.000 reconocimientos médicos que precedieron a los viajes o de descanso organizados por el Auxilio Social Nacionalsocialista, a fin de establecer las normas higiénicas convenientes.
Mientas en otros países la mujer tiene que hacer trabajos duros, aun los más pesados, en Alemania ha sido alejada en gran parte de aquellos que le son impropios. El Estado nacionalsocialista rehusa el empleo de mujeres en las fábricas en provecho del capitalismo (baratura de la mano de obra). Siempre habrá, desde luego, trabajos que sólo puedan ser atendidos por mujeres, pero éstas no deben sufrir daño alguno en su salud, ya que su misión propia es y será siempre dar hijos al pueblo, educarlos y cuidar de los quehaceres domésticos en el seno de la familia.
La juventud en las fábricas es objeto de especial atención: lo esencial no es su rendimiento momentáneo sino el fortalecimiento espiritual y físico durante el aprendizaje para que, como adultos, puedan rendir un trabajo consciente y productivo. El nacionalsocialismo quiere que el alemán, a pesar de las exigencias de la vida, se desarrolle robusto y alegre.
El 30 de Enero de 1937, el Führer en su discurso ante el Reichstag declaró:
“A la par del Plan Cuadrienal se continuarán realizando de preferencia aquellos postulados que contribuyan a la salud del pueblo y al mejoramiento de las condiciones de vida para hacerla más agradable”. Actualmente, el obrero alemán dispone, para ejecutar sus faenas, de talleres que han superado a los anteriores, puesto que en su instalación no sólo se ha cuidado del sentido práctico sino también de gusto estético; él sabe que en su fuerza reside una parte de la riqueza de Alemania y que tanto el Estado como el Partido se empeñan en conservarla. En tiempos pasados, gozaba de vacaciones solamente aquel que disponía de un ingreso suficiente para ello. Hoy, barcos con obreros alemanes cruzan los mares del mundo y ellos son llevados por los trenes a las playas o a las montañas. La juventud, que antes se degeneraba en los desiertos de piedra de las grandes ciudades, hoy, en excursiones disfruta de la naturaleza. La madre sabe hoy, también, que puede dar la vida a hijos sanos.
El camino hacia el porvenir del pueblo alemán —así lo proclaman los nacionalsocialistas— pasa por entre un enjambre de niños sanos y alegres.
Las estadísticas muestran con gran elocuencia los resultados favorables de la política demográfica descrita. El número de matrimonios aumentó de 516.793 en el año de 1932 a 740.165 en el año de 1934; descendió luego en el año de 1935 a 650.851, en 1936 a 611.114 y en el año de 1937 a 618.971, pero permanece sin embargo por encima de la cifra de 1929, que fue el año más bonancible después de la guerra. Los nacimientos, que constituyen el factor más importante, aumentaron de 971.174 en el año de 1933 a 1.198.350 en 1934; 1.261.273 en 1935; 1.279.025 en 1936 y 1.275.212 en 1937; hay que advertir que el año 1936 fue bisiesto o sea un día más que el de 1937; estos guarismos demuestran un progreso continuo. El excedente de nacimientos fue en 1933 de 233.297; en 1934 de 473.592; en 1935 de 469.361 y en 1937 de 482.020.
Las Medidas de Política Racial Nacionalsocialista
“Alemania para los alemanes y gobernada por los alemanes”: este es el lema de la política interior del Tercer Reich. Excluyendo de la vida pública a todos los elementos extraños, Alemania quiere ser la dueña de su propia casa y vivir en ella de acuerdo con su gusto y mentalidad.
En consecuencia, según las ideas de Adolf Hitler, el gobierno debe cuidar de que sólo los de sangre alemana sean quienes influyan en la política del pueblo alemán.
Conforme a este principio, las leyes de higiene racial contra los judíos residentes en Alemania tuvieron que ser completadas por medidas similares en el campo político. Estas disposiciones de naturaleza revolucionaria, como toda la nueva legislación de Hitler, provocaron, por su carácter decisivo e inexorable, una viva reacción en el extranjero cuyas consecuencias no facilitan la política de la nueva Alemania.
Nos hemos referido ya a la influencia judía en la cultura alemana al describir la situación general del Reich tal como se presentaba en el momento de la toma del poder por los nacionalsocialistas; tan fuerte era esta influencia también en la política como en la economía, en el mundo de las finanzas, en los cargos públicos y en las profesiones liberales. Esta influencia no guardaba proporción alguna con el porcentaje de judíos en Alemania (aproximadamente el 1%). El número de diputados y funcionarios de los partidos socialdemócrata y comunista dan una idea de esta situación. La presencia de ministros semitas en el gobierno central y en los gobiernos de los Estados federados y sobre todo en los servicios administrativos se notaba claramente en la política. La administración de los grandes centros financieros se hallaba total o parcialmente en manos judías. En los consejos de administración de los bancos se repetían con frecuencia los nombres de algunos banqueros israelitas. De los 16 miembros de la junta directiva de la Bolsa de Productos de Berlín, 12 eran de raza semítica. Al judaísmo pertenecían el 42% de los médicos privados, el 52% de los médicos de la Beneficencia Pública, el 48% de los abogados y el 50% de los notarios. De 1.000 judíos que trabajaban en Prusia, 315 ocupaban puestos directivos en el comercio frente al 37% de los no judíos, o sea, en una proporción diez veces mayor.
Estos pocos números dan una idea de la infiltración judía en todas las ramas de la vida alemana.
Es necesario advertir que la reacción alemana ha sido provocada por la aparición de los llamados judíos orientales, que en los años de 1919 a 1925 inmigraron en gran número de Polonia, Checoslovaquia y otros Estados orientales.
Según el punto 6 del programa del Partido nacionalsocialista, del 25 de Febrero de 1920, “todo cargo público, cualquiera que sea su clase, regional o municipal, debe ser ocupado sólo por ciudadanos alemanes”.
Ciudadano alemán no puede ser, según el punto 4 del programa, más que el connacional y connacional a su vez “sólo puede serlo el de sangre alemana, sin tomar en cuanta su religión. Por lo tanto, ningún judío puede ser connacional”.
Sobre estos principios está basado todo el derecho político racial del nacionalsocialismo. La primera disposición está contenida en el § 3 de la ley del 7 de Abril de 1933 “sobre la reorganización de los funcionarios públicos”, según la cual los funcionarios de origen no ario deben ser jubilados. Este es el célebre párrafo de los arios o de la abuela, como lo denomina la voz del pueblo, porque la comprobación del origen ario se remonta hasta los abuelos. Sin embargo, existen excepciones para aquellos que ya estaban empleados el 1 de Agosto de 1914 y que fueron soldados del frente durante la guerra mundial, o cuyos padres o hijos murieron en dicha guerra. De esta misma excepción también gozan las viudas de los soldados muertos en la guerra. La ley del 30 de Junio de 1933 va más allá de esta ley provisional y prohibe el matrimonio entre una mujer no aria y un funcionario, so pena de suspensión de su empleo.
Leyes y órdenes regularon el número de abogados, médicos, etc. (números clasus), y ampliaron las cláusulas sobre la calidad de ario y sobre el matrimonio de funcionarios, también a los individuos del Ejército, redactores, escritores, artistas, músicos, que deben pertenecer a la Cámara de Cultura.[2]
La ley de la “anulación de la naturalización y pérdida de la nacionalidad alemana”, del 14 de Julio de 1933, retira la nacionalidad alemana a aquellos emigrados al extranjero que actúen contra el Tercer Reich. Por otra ley se modifican las prescripciones para obtener la nacionalidad alemana.
La ley de Nuremberg, del 15 de Septiembre de 1935, sobre la nacionalidad concede a los judíos la nacionalidad alemana, pero les niega los derechos de ciudadanía, lo que significa que no pueden tomar parte en la formación política de la nación. Se les permite solamente el uso de banderas judías y quedan excluidos del Servicio obligatorio Militar y del Trabajo, del Partido y organizaciones anexas, como el Frente alemán del Trabajo, etc.
En cuanto a la participación de los judíos en la Economía se reduce a alejarlos de toda influencia sobre la política económica. Se les ha dejado libertad para continuar ejerciendo sus actividades comerciales de modo que muchas casas judías prosiguen su negocio.
Nadie impide al público comprar en los establecimientos judíos; en el Kurfürstendamm en Berlín, de cada 4 negocios uno es judío. Ningún hotelero judío es molestado; solamente en alguno que otro sitio, particularmente en provincias, se coloca un letrero en la puerta de los establecimientos públicos o a la entrada de los pueblos con la inscripción “Aquí son indeseables los judíos”. En el comercio, la marcha de los negocios judíos no ha sufrido interrupción. En un discurso sobre la moral en los negocios y el honor comercial en la nueva Alemania el primer ministro nacionalsocialista de Economía, Dr. Schmidt, declaró que “no es posible realizar una separación entre casas arias y no arias al entablar relaciones comerciales”.
Además de las escuelas judías de distintos tipos, se ha dejado en libertad al judío para ejercer cualquier actividad cultural, dentro de su esfera. Por iniciativa del presidente de la Cámara de Cultura, Hans Hinkel, se fundó hace cuatro años la “Unión Cultural Judaica”, organización en que artistas y público son judíos. Ya al comenzar el invierno de 1933 a 1934, esta organización trabajó con artistas judíos de renombre en el antiguo Berliner Theater representando óperas, operetas y comedias. Apenas transcurrieron algunos meses, este movimiento cultural judío se había extendido a otras grandes ciudades de Prusia. Un año más tarde, existían ya más de veinte grupos artísticos en distintos puntos del territorio alemán. En el invierno de 1934/35, pudieron contarse, sólo en Berlín, 500.000 espectadores judíos en los teatros, conciertos y conferencias. Más tarde, todas las organizaciones culturales judaicas y también la “Unión Cultural Judaica” fueron fusionadas en una “Federación Nacional” en cuya dirección tomaron parte personalidades destacadas del movimiento sionista. A esta federación pertenecen decenas de miles de judíos y muchos artistas encuentran ocupación. Teatros ambulantes y orquestas judías van de ciudad en ciudad; los judíos tienen la posibilidad de cultivar su arte en veladas artísticas, etc.
La libertad en el ejercicio de su religión permanece intangible. La inculpación de perseguir la religión de los judíos, hecha a Alemania por el Congreso mundial sionista de Praga, es injusta. Probablemente esta inculpación se basa en la “ley contra el maltrato a los animales” que comprende la prohibición de degollar a las reses, que como es sabido pertenece al rito judaico. La comunidad religiosa judaica, el ejercicio de la religión y la libertad de la fe judaica no han sido afectadas. El Tercer Reich garantiza la protección del Estado a los judíos, lo mismo que a cualquier otra comunidad religiosa.
A las críticas apasionadas del extranjero sobre esta conducta del gobierno del Reich en la cuestión de la raza judía el nacionalsocialismo responde:
1º Si el Estado nacionalsocialista ha tomado medidas que conceden menos derechos en el Reich a los de sangre extraña que a los de sangre alemana, esto “no significa menosprecio” de una raza extraña. En este tratamiento diferencial lo decisivo no es el distinto valor de las razas extrañas sino su ¡incongruencia racial! La nueva Alemania quiere purificar exclusivamente el cuerpo del pueblo alemán en su interior, liberarse de la influencia de la raza extraña en el poder político y colocar la vida entera de la nación bajo un gobierno alemán.
2º Como es sabido, la ley sobre las limitaciones de la inmigración en los Estados Unidos de América determina las condiciones para la entrada de los ciudadanos de ciertos países europeos, desde el punto de vista racial. La “Inmigration Restriction League”, con pleno conocimiento de la cuestión racial, ha exigido que se prohiba la inmigración de ciertas razas. El gobierno australiano contiene en su legislación medidas severas contra la inmigración de ciertas razas.
3º En otros países a menudo se ha aspirado por otros medios y también se ha logrado el mismo resultado que en Alemania y, sin requerir al legislador, se han alejado, en la práctica, de la vida pública a judíos o individuos de otros pueblos o razas. Alemania ha preferido el camino más legal de la ley.
Los afectados por la ley alemana son objeto, desde luego, de la compasión del pueblo alemán, pero tales víctimas, según el principio fundamental del nacionalsocialismo, sin necesarias para la higiene, fuerza y provenir del pueblo. El interés de la colectividad está por encima del interés particular.
[1] Alemania tiene 44 hospitales para anomalías físicas, 42 para enfermedades venéreas, 123 para incurables, 243 sanatorios para enfermos mentales, 74 para débiles mentales, 57 para enfermos nerviosos y 19 para alcohólicos. 300.000 anormales están recogidos en establecimientos de beneficencia. El número de personas que padecen defectos físicos es de 713.571.
[2] Es conveniente hacer notar que estas leyes no han sido aplicadas en la práctica con el rigor con que aparecen dictadas y que numerosos casos especiales, respecto a la admisión de judíos a los servicios públicos, fueron tomados en consideración. Así, por ejemplo, en Berlín, en donde, a pesar de encontrarse en vigencia esta ley, siguen ejerciendo su profesión 1.158 abogados no arios, de una suma total de 3.500, o sea, un 30%; y 2.549 médicos judíos de un total de 6.203, o sea el 41,2%. En proporción a la población debieron haber ejercido solamente 52 abogados y 93 médicos judíos. En nombre de la justicia hágase saber que las cesantías de los funcionarios judíos fueron seguidas casi todas de jubilaciones honrosas, concediéndoseles la pensión correspondiente.
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http://wehrwolf-welsung.blogspot.com/2006/05/la-alemania-de-hitler.html
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